viernes, 26 de febrero de 2016

“LA NOTICIA”

                                                     

                 

                 Qué pudiese contarles de rabiosa actualidad que no deje de estarlo cuando finalice estas palabras; posiblemente bien poco respecto a la noticia, lo que no significa que el hecho en sí desaparezca por su relevancia del común de los espacios. Transitamos, en la “actualidad”, por una especie de cuerda floja sin límite de extensión y propensos a desnucarnos en cualquier momento si no atendemos a las reglas elementales del sistema que respiramos (con esta deducción me da miedo pensar que pueda llegar a ser un anti-sistema) y del que nos alimentamos porque no nos queda más remedio (palabra empleada por el conjunto de las abuelas para “remediar” cualesquiera de los males del cuerpo). Ante nuestros ojos se extiende un universo de complejidades absurdas y mal intencionadas que nos conduce irrevocablemente a un caos estructurado. Somos el propio obstáculo ante una evolución que se resiste a peregrinar por los mismos canales ya transitados. La pirámide social en la que nos movemos, necesita urgentemente de una corriente telúrica que estremezca los viejos cimientos.


                 Me agota escuchar cada día, a cada minuto, los mismos argumentos edulcorados con falsas intenciones que conducen únicamente al más brutal de los embobecimientos del alma y del cuerpo, pero sobre todo, del alma. Somos una sociedad carente de recursos vívidos porque vegetamos al margen de los sentidos, en espera de un tiempo mejor que nos deje ser como nos han educado que debemos ser en todo momento; ni más ni menos, lo justo y necesario para que el mecanismo continúe engrasado una centuria más. Y no se trata de creer o de dejar de hacerlo, se trata de nosotros mismos, del conjunto de seres que pernoctamos en este planeta y que nos han llevado a comportamos genéticamente como autómatas. No es coherente que los mismos problemas, los elementales, los esenciales de nuestra raza, permanezcan presentes en cada uno de los adolecidos países y sin intención de suprimirlos.



                 ¿Y quién es el culpable o los culpables? Lo sabemos todos, y deberíamos, por salud mental perpetuarlo en nuestras consciencias para evitar futuros males mayores. Oigo las arengas de los paladines de la política, de todos, de los de aquí y de los de allá, y no dejo de sentir un cierto escalofrió al escucharles que estamos en buenas manos y, que sí, que ahora la cosa está a punto de cambiar si llegamos al poder. Y ya no tengo en cuenta sus promesas porque los parches de morfina han dejado de influir sobre mi organismo. No lo puedo evitar, soy un descreído. He perdido interés por las noticias de actualidad, las que golpean como una letanía sobre los medios de comunicación para que no olvidemos que somos presa de nuestro propio voto. Y si con este desasosiego no llegase a alimentarme de lo necesario y evidente, lo haré con el verbo y la sinrazón hasta que el alma aguante, porque mi “institución corporativa” no puede más.   

       

viernes, 12 de febrero de 2016

Políticamente incorrectos.......

                







                 Los amantes son hábiles especuladores, pero sobre todo, sutiles malversadores. Trafican caricias y defraudan al tiempo.