domingo, 26 de abril de 2015

"Antecedentes del Poeta Federico García Lorca"

                         
                 
                 Hace algunos años, con toda seguridad más de una década (posiblemente dos) tuve la oportunidad, o la gracia, si lo descifro desde un modo sensitivo, de participar en el montaje de El público, de Federico García Lorca. Interpreté el personaje del Caballo Blanco, todo un reto para mi carrera. Un montaje innovador, y me atrevería a expresar, artísticamente revolucionario, al menos comparado con los patrones de la época y de la sociedad en la que se intentaba existir por aquellos “entonces” años. La dirección la llevó a cabo Carlos Días, con demasiado mimo y bordando los detalles al máximo si mi memoria no me falla, y creo que no, porque aún los recuerdos son más poderosos que las arrugas que dejan el paso de las abrumadoras estaciones que no perdonan a nada ni a nadie. Un montaje basado en uno de los textos hasta entonces inédito y más complejo de Federico García Lorca, un significativo texto que precisa una particular sensibilidad para acercarse a él. Una obra teatral de uno de los mayores exponentes de la generación del 27 en España; pero vayamos al meollo de la cuestión. Este intelectual, poeta, dramaturgo, en definitiva, creador en toda la prolongación de la palabra, fue borrado de un plumazo de la faz de la tierra, y dejado al olvido en un indeterminado barranco de la España vil y profunda. Corría el año de 1936.

                 Han pasado incontables años, pero al parecer no los suficientes para hacer justicia de una vez y por todas. Estos años de democracia en España no han madurado lo suficiente hasta el punto de colocar cada cosa en su correspondiente sitio. ¿Se necesitaran otros treinta años más? ¡Al paso que vamos probablemente sí!  

                 Por el 2009, con el gobierno del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, se hizo un intento de resarcir parte del pasado, con la creación de la ley para la recuperación de la memoria histórica. Se abrieron fosas, y entre ellas, una; se especulaba que podían estar los restos del poeta, pero al comprobarlo, craso error, permanecía  vacía. Lo que continuó con el paso de los días se esfumó como agua entre las manos. Como bien se apunta: quedó en agua de borraja.

                Sin embargo, unos días atrás se han encontrado, o han aparecido, o han rebrotado sorpresivamente unos documentos que atestiguan y confirman el crimen cometido por el régimen franquista de la época hacia la figura del poeta. Estos documentos florecidos datan del 9 de julio de 1965, a raíz de la petición de una escritora francesa a la embajada de España en París. Ella, con la excusa de escribir una biografía de Lorca, solicitó la documentación al gobierno, y las fecales aguas del régimen se enturbiaron aún más. Algo tenían que hacer, y lo hicieron. Se inventaron un dossier contundente y creíble, con pormenores y poderosas razones para inculpar a Lorca, para condenarlo irremediablemente, pero también, para acallar malignas lenguas. El régimen no se podía permitir opiniones externas, que el mundo hablase mal de ellos, y surgió este villano documento. Federico, fue tildado de socialista, de homosexual, y de masón. El poeta era portador de una homosexual tan enraizada, que era aberrante, hasta el punto de llegar a ser “vox pópuli”. Lo cierto es que no hay antecedentes en tal sentido. Se señala que sus manifestaciones poseían una tendencia socialista, y se le atribuía vinculación a Fernando de los Ríos (entonces ideólogo socialista español), ratifica el documento. Respecto a la masonería dicho documento señala literalmente: "Es un masón perteneciente a la logia Alhambra, en la que adoptó el nombre simbólico de Homero, desconociéndose el grado que alcanzó en la misma". Por lo tanto fue catalogó como un peligroso individuo con poderosos y contrastados antecedentes para ser pasado por las armas. Y lo hicieron, ¡válgame dios que lo hicieron!, después de confesar el poeta, según describe el documento terminó el conflicto. Lo asesinaron. Fue enterrado en unión de otros detenidos “a flor de tierra en un lugar que se hace muy difícil de localizar", indica el auto, al parecer en “Fuente Grande” (Granada). Lo sepultaron en un barranco, lo dejaron al olvido.

                 Si se le preguntase a cualquier español de a pie o poseedor de extendidos dineros en bancos lejanos en referencia a Don Miguel de Cervantes y Saavedra, seguramente les formularían que se sienten orgullosos de él, de lo que representa el autor del Quijote para su identidad y para el mundo en general. Cervantes, es un icono, lo que denominaría actualmente el gobierno como “marca”, la marca España. Indudablemente es un poderoso símbolo y ha dejado una potente obra (El Ingenioso Hidalgo…….) para la posteridad, no está nada mal, como de igual manera lo ha hecho Federico; pero mi intención no es provocar comparaciones que en el fondo son odiosas. Mi propósito es que el poeta sea resarcido íntegramente, porque se lo deben y se lo merece. En muchos países decir Cervantes es símbolo de identidad española; pero decir Lorca en España es símbolo de qué, ¿en qué posición lo dejamos?, ¿a “flor de tierra” como su desdeñado cuerpo?

                 Soy de la opinión que no se le ha otorgado el mérito que se merece. Posiblemente fuera del país disfrute de un mayor reconocimiento. El estudio de Lorca, de su obra, pero por qué no, de su vida también, es fundamental por demasiadas y poderosas razones. Es el exponente en mayúsculas de toda una generación de intelectuales, su obra es rotundamente fructífera. Poesía: Libro de poemas (1921), Poema del cante jondo (1921), Primeras canciones (1922), Canciones (1921-1924), Romancero gitano (1924-1927), Poeta en Nueva York (1929-1930), Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935), Seis poemas gallegos (1935), Diván del Tamarit (1936), Sonetos del amor oscuro (1936), Poemas sueltos, Cantares Populares. En prosa: Fantasía simbólica, Granada Paraíso cerrado para muchos, Semana Santa en Granada. Dramaturgia o teatro (verdaderamente importante y fundamental): El maleficio de la mariposa (1919), La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón (1923), Los títeres de cachiporra. Tragicomedia de don Cristóbal y la señá María (1923), Mariana Pineda (1925). En Teatro Breve (1928) están (El paseo de Buster Keaton, La doncella, el marinero y el estudiante, Quimera), Viaje a la luna (1929), La Zapatera prodigiosa (1930), Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1931), Retablillo de don Cristóbal. Farsa para guiñol (1931), Así que pasen cinco años (1931), El público (1933), Bodas de sangre (1933), Yerma (1934), Doña Rosita la soltera, o el lenguaje de las flores (1935), La casa de Bernarda Alba. (1936). Y en esta selección no incluyo charlas, conferencias, homenajes, y escritos en general colmados de una delicada perfección y profunda reflexión. De su vida se pudiera decir, todo, lo que se ha dejado de contar, y lo que se ha contado definitivamente mal. Un intocable tema en el que no se debe ahondar no vaya ser que escapen los demonios del pasado y quieran saldar viejas e irrefutables cuentas. Viene a ser lo que designa sin mucha coherencia la profesora de mi hija respecto a variados temas, un tabú. De algún modo García Lorca continúa siendo para la opinión pública y para algunas entidades patrias un tabú. Se conoce, se reconoce, pero hasta un pertinente y determinado punto.

                 Cuando interpreté el Caballo Blanco en el Público, pude experimentar la complexidad de la palabra llevada a la acción. Un enmarañado texto escrito en 1933 que desde entonces pedía a gritos ser descifrado, aunque el poeta era consciente del terreno en el que pisaba. Escrita en clave, pero sobre todo, adelantada a la época en la que le tocó sobrevivir. Y nada más diré al respecto, porque si continúo, bufaré y blasfemaré hasta terminar deshecho en mil pedazos. Únicamente les suplico que no dejen de leer al poeta, se lo merece: “…….Hay un muerto en el cementerio más lejano que se queja tres años porque tiene un paisaje seco en la rodilla……..” (Ciudad sin Sueño. Federico García Lorca)
                                                                         
                                                                                                           Ciudadano Ramírez.

                  

                  

martes, 14 de abril de 2015

“LA METAMORFOSIS”

                                         

                 “Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos…….”


                 Se cumplen 100 años de este extraordinario relato de Franz Kafka. Una mañana al despertar Gregorio Samsa observó que ya no era el mismo, el de antes, el que siempre había sido hasta ese preciso momento. Tuvo una transformación en una sola noche. Cambió radicalmente, ¿para bien o para mal? El paso de los años nos indica que las “metamorfosis” son necesarias para el equilibrio de la humanoide biosfera. Lástima que estos procesos no se produzcan más a menudo.