viernes, 19 de octubre de 2012

¡CATALUÑA!


                                              
                                    
                                                    
                   ¡La pregunta sería! ¿Precisamente en estos momentos por qué Cataluña toma mayor fuerza? Las sesudas cabezas pensantes de la estructura político-social de España las achacan a un rabioso nacionalismo que se aprovecha de la coyuntura electoral para fomentar el conflicto. Si lo ven, o lo quieren mirar de esta forma están completamente errados. ¡Se equivocan de punta a rabo! En un sistema estancado que está al borde del suicidio los nacionalismos cobran un mayor significado como único medio de salvación. Adquieren un valor en alza.
                 Esta estructura socio-política española sucumbe por su propio peso. Todos estos años de democrática-transición han creado una brecha entre la ciudadanía y la conocida “clase política”. Esta división en estos días es aún más visible por la crisis mundial, europea, o de los dioses del Olimpo. Sin desearlo, los trapos sucios, los de toda la vida han salido a la luz y ahora será imposible eludir una buena limpieza. La balanza contradictoria que durante todos estos años se mantuvo inclinándose de un lado hacia otro perdió su control, nunca más será como antes. Las intrigas gubernamentales, los chanchullos internos, y los pactos desconocidos entre los dos “grandes partidos” pusieron el toque final. Ante los ojos de la ciudadanía esta jerarquía acomodada sentenció su muerte. Desde hace algún tiempo hacia donde mire el pueblo las esperanzas las vislumbra perdidas.  Está “clase de élite política” está envilecida.
                 Puede ser que desde Cataluña las cosas no se hicieran bien, como en cualquier rincón del país; pero desde el gobierno central (de cualquier color político) la decadencia y la corrupción consiguió ponerle fecha de caducidad a esta situación insostenible. Los ciudadanos de Cataluña no se sienten representados desde el gobierno central de Madrid, al igual que las restantes autonomía, que tarde o temprano recurrirán al nacionalismo para enarbolar sus banderas. Cada comunidad autónoma paseé su idiosincrasia, su cultura, e inclusive su idioma, y lo único que necesitan es ser escuchados sin alarde de prepotencia y muestra de poder absoluto por parte del gobierno. Desde siempre se fomentó las tradiciones (prueba de ello es el nombramiento de las corridas de toros como patrimonio nacional) por lo mismo se debe respetar las individualidades locales, y una prohibición conduce llanamente a un control despótico.
                 En un escrito anterior hice referencia a Cataluña como el centro de partida para concluir con una etapa, y pienso que no me he equivocado. ¡La maquinaria pensante de los ciudadanos se ha puesto en marcha, y ahora será imposible detenerla! Aún se está a tiempo para asumir los errores e impedir con la cabeza lo que está por llegar. Hay que fomentar el diálogo por el bien de todos; pero si no se procede a una comprensión de los hechos reales que están colmando al país, vamos por mal camino y peor resultado. ¡Un hecho sin precedente y descontrolado puede crear un mal mayor!
                 ¿A quién esperan los partidos que los ciudadanos voten este domingo? Cualquier opción es peor que la anterior. Me llega el aroma del rencor, los reproches, las dudas, la envidia y el “quítate tú para ponerme yo”, y creo que estamos cansados. Los seres que habitan esta heterogénea, compleja, y hermosa tierra están pidiendo a GRITOS concordia, porque nuestras gargantas van a estallar. ¡España no necesita una “marca”, España lo que necesita es que la quieran por encima de discursos panfletarios! La conocida expresión popular “se te ve el plumero” en estos días toma carácter de frase célebre en tierras mediterráneas.