domingo, 21 de abril de 2013




EL REGRESO DE PIQUITO



                 Buenos días, buenas tardes, o buenas noches, dependiendo del horario del que me esté leyendo o me vaya a leer en estos o siguientes momentos, o en el momento que mejor les plazca para comenzar, o para continuar con la lectura de esta mí sección, el apartado de Piquito de Oro que les mantendrá informado de todo lo que suceda a mi alrededor sin escatimar en verbos, imágenes textuales, y temas inoportunos, seré amigos lectores, nada más y nada menos que sus ojos, sus oídos, sus variadas pieles, sus intranquilos olfatos, el paladar más exigente y trasnochado que se pueda afrontar, su conciencia e inconsciencia  me moveré por las cuatro dimensiones para hacer un inadecuado análisis del instante, en fin intranquilos leedores, aquí está Piquito de Oro nuevamente para blasfemar de mí, de ti, y de los demás.

                 Antes de comenzar quisiera dar algunas explicaciones respecto a mi ausencia prolongada. En todo este tiempo que he desaparecido, no ha sido por propia voluntad, cuestiones ajenas a las mismas han hecho que me ausente de manera obligada de este blog, de mi entorno, y de mi propio espacio, cuando me haga explicar sabrán con rotundidad mis motivos. Todo comenzó por una simple y sencilla equivocación en la que me vi involucrado, fue la explicación que escuché, pero no estoy seguro que lo fuese. Hace algunos meses me encontraba tomando el sol relajadamente en la Manga, y sentí que todo se agitaba a mi alrededor, mi tranquilidad se vio rota por un intempestivo movimiento que me dejó sin aliento y sin consciencia. No era la primera vez que tomaba el sol de esta manera, habitualmente lo hago, no siempre, cuando me lo puedo permitir, pero tomo el sol en la Manga porque me parece estupendo, placentero y relajante, es uno de los pocos placeres que me doy el lujo de disfrutar en mi agitada vida de eterno mirón.
                 Recuerdo que fue una mañana particular, porque la propia calma de mi entorno me produjo un repelús, un, es decir, un erizamiento de todos mis bellos corporales hasta ponerlos en atención uno al lado del otro como si fuesen soldados esperando al corneta para entrar en combate, fue la sensación que sentí al llegar a la Manga, y no es que el día estuviese tormentoso, no para nada, pero las personas con las que convivo de manera  un tanto anormal o curiosa, no estaban demasiado católicas esta precisa mañana en que sucedió mi desventura. Ellas hacen su vida y yo la mía, sin molestarnos mutuamente. Es una especie de convenio por decirlo de alguna manera en la que recíprocamente nos ignoramos para no caer en lamentaciones posteriores como las de marras. Ellas van, yo vengo, nos cruzamos, sin mirarnos claro, pero respetándonos y sabiendo que cada uno de nosotros es poseedor de su propio espacio existencial por el sencillo hecho de saber que no estamos solos, que otros seres comparten el mismo aíre, agua y demás elementos.

                 Con mis perennes gafas de sol me acerqué a la Manga, con la intención de pasarme el resto del día en la misma disfrutando a piernas, o mejor dicho, a tronco abierto de las próximas horas. Me instalé, y como naturalmente nunca estoy callado, comencé a tararear la melodía del momento que habitualmente me ronda con insistencia por mi cabeza hasta que intento abandonarla en forma de canto. El delicado viento que llegaba a la Manga me adormilo, caí en un profundo sueño y no desperté hasta que mi cuerpo dio impetuosamente contra el sólido suelo. Sin saber cómo estaba en medio de la nada, solo, abandonado, y sin la menor esperanza de regresar a mi más preciado entorno. Por una razón malévola pasé de la Manga al Bolsillo de la Chaqueta, y de esta a la tierra, y me quedé perdido en medio de un camino que no podía reconocer por más que lo intentase, lo que sucedió a continuación fue un vía crucis para mi desprotegida presencia, ya encontraré el momento de contárselo, ahora les dejo una prueba irrefutable en imágenes de lo sucedido, una foto que encontré por casualidad hace bien poco. ¡No está bien aprovecharse de uno en los momentos más vulnerables!