lunes, 28 de enero de 2013

"LA CUERDA QUEBRADA"


  

                 En un preciso y determinado punto de nuestras vidas la cuerda que nos mantiene en este plano existencial se tensa. Aunque nuestros propósitos sean bien diferentes pasaremos por un estadío desagradable que imaginábamos pero que  veíamos de una manera directa y personal muy distante. Tarde o temprano siempre llega, y en la mayoría de las ocasiones sin avisar. Podremos cruzar los dedos para alejar el momento pero al final será inevitable. Ante un suceso significativo y determinante la cuerda deja de cumplir su función y se quiebra. Ese imperceptible espacio es determinante para todo lo que vendrá más tarde, lo mismo para el protagonista como para el espectador activo que se queda desorientado ante tal situación. La cuerda es la vida y se nos va, se parte. Dejamos de estar presente al menos en este plano de la realidad. ¿Qué puedo decir ante una situación de esta índole sin herir sentimientos que están a flor de piel? ¿Lo siento mucho? ¡Claro que lo sentimos mucho pero siempre será poco en referencia al contexto que se muestra inflexible! Pero sin encontrar justificación debemos hacer algo para el bien de los demás y el nuestro propio. Lo que la mayoría de las veces desconocemos hasta qué aspecto seremos justos o certeros, y en cuales no; pero hay que intentarlo nos cueste lo que nos cueste.
                 De un lado están los familiares dolientes, y del otro la persona que vive el hecho determinante. Son expresiones diversas aunque no lo parezca con sentimientos a fines. Es complicado y en estos momentos las ideas se me quebrantan y me es demasiado delicado continuar sin cometer errores que pueda lamentar más tarde. Cuando alguien cercano deja de estar en nuestro diario el techo del mundo se nos viene encima implacablemente y nos desorientamos por un tiempo que varía dependiendo de la persona en cuestión. Este periodo pasa, aunque parezca imposible pasa, quizás no tenga el derecho moral para afirmarlo pero el tangible sí para decirles que la memoria es el único hecho concreto de nuestros profundos sentimientos. En nuestro ser siempre permanecerá la persona que amamos por encima de todas las tentativas y conclusiones posibles. En nuestro pecho se mantendrá hasta el fin de los siglos porque con toda seguridad ambos la querrán.
                 No soy nadie para dar un concejo, y el inmiscuirme en las emociones ajenas debe llegar hasta el justo momento en que intentemos mediar en los afectos. Mi experiencia me dice que nada se termina, las cosas cambian simplemente de lugar. Hoy estamos aquí y mañana en otro sitio bien distinto, pero continuamos estando, permanecemos en el sentido conveniente y necesario. Las religiones se basan en la fe, la fe no es tangible, pero creemos en ella hasta la saciedad. De la misma manera debemos creer que nada termina, solamente cambiamos la apariencia. Y si somos consecuentes con el hecho de la evolución espiritual, debemos dejar de ser empíricos y permitir que nuestros queridos seres hagan un viaje sin lastre hacia una evolución necesaria, dejándolos libres para que puedan regresar lo antes posible. Pero todo esto será viable si nosotros lo deseamos firmemente y estamos dispuestos a despejar la mente de ataduras establecidas. El hecho de reaccionar como la gran mayoría nos debería de alguna manera poner en alerta de que todo no tiene porqué ser igual. No se sufre más demostrándolo, y no se entrega más sufriendo. La verdadera ofrenda consiste hacer de los recuerdos un acontecimiento sólido para mantenerlos activos y con “vida”.    
 ¡Nuestro querido ser no se marchará para el cielo porque él o ella serán los primeros en permanecer a nuestro lado para que hagamos bien las cosas, y porque arriba, en el cielo, estarían extrañándonos entre aviones que van sin sentido de un lado a otro! Permanecerán a nuestras espaldas para guiarnos durante toda nuestra vida, y cuando nos llegue el momento a nosotros, nos tomaran de la mano y el encuentro será definitivamente especial y anhelado.
                   
 fOTOS: ara.