viernes, 5 de octubre de 2012

“LOS FANTASMAS DEL PASADO”



                 Si nuestros muertos no están bien enterrados tarde o temprano los espectros se presentarán  con la intención de ajustar cuentas. ¡En muchos países estos fantasmas están tomando las calles nuevamente para reclamar su derecho a un espacio trascendental! ¡En otros territorios, estos espectros nunca se marcharon del todo y hoy están más vivos que nunca!
                 Latinoamérica en toda su extensión es un ejemplo de cementerio viviente. Posiblemente en cada calle del infinito Chile, de nuestro México querido, de la desconocida Panamá, de la añorada Cuba, del Haití olvidado, de la Colombia distante, o de la Venezuela malgastada, sus seres del pasado se niegan a compartir el presente. En Europa pasa un tanto de lo mismo. España necesita abrir algo más que muchas fosas para que los rencores del pasado dejen de influir en la sociedad del presente. Alemania guarda mucha historia que será imposible olvidar. La Europa del este con los antiguos países del campo socialista se suma a esta lista con miles o millones de personas que se encuentran perdidos en el espacio tridimensional.
                 Muchas vidas que hoy han pasado a otra fase reclaman su sitio en esta nueva era para que el mundo recobre su cordura. Asia con el gigante Chino debe ser consecuente con sus muertos, porque la bonanza actual se puede volver en su contra. Los países árabes necesitan posiblemente escuchar algo más que la voz de sus dioses. ¡El equilibrio mundial se ha resentido hacía un lado! Un capitalismo anquilosado se pierde en sus explicaciones inútiles y la incomunicación se extiende por los cuatro continentes. ¡Si todo continúa de esta manera vamos camino al abismo!
                 Nuestros muertos nos piden cordura para poner orden  plausible por el olvido a que les hemos sometido por la falacia de mantener la paz. No hablo en nombre de ningún partido, de ningún régimen, de ningún estado, ni de ninguna monarquía. No me guía el pensamiento las devotas doctrinas celestiales. ¡Hablo  de los muertos de todo el mundo los cuales esta situación actual les indigna y desean ofrecer su sentir! ¡Por todos los que dieron sus vidas para que ahora nosotros la malgastemos en guerras armadas, económicas, o de credos! ¡Por todos ellos debemos firmar la paz de una vez!
                 ¡Olvidemos los mausoleos, las estatuas, las calles y los parques con sus nombres, ellos necesitan primeramente ser respetados, y que dejen de ser utilizados para los intereses de unos o de otros; después con la mínima sencillez, ocupar el sitio que les corresponda! ¡Estoy seguro que si los llamados “vivos” no podemos solventar nuestros problemas, llegaran los muertos y tomaran medidas urgentes!