jueves, 5 de junio de 2014

“EL EXPERIMENTO”

                               
                   
                 

                 Si les contase la verdad, solamente la auténtica verdad, la historia no sería más que una falacia, y el presente, un cúmulo de incongruencias que se han ido sumando con el paso del implacable tiempo. Seguramente me tomaran por un desaprensivo, pero los hechos ocurrieron de la manera que les contaré y no de la que nos intentan imponer en los maltrechos manuscritos. Hace más de una centuria, mucho más, y en una determinada región cuya exacta ubicación deseo mantener en secreto para evitar males mayores, existió un colectivo de privilegiados seres denominados con posterioridad clase regencial, que por iniciativa propia decidieron hacer un experimento con una minoría de desvalidos pobladores.
                 Esencialmente el ensayo consistía en mantenerlos encerrados en apenas unos metros, dentro de una habitación considerablemente profunda y oscura. Para que dichos pobladores pudiesen apreciar la luz del sol debían escalar con la ayuda de una cuerda que se hallaba en el centro de la habitación hasta llegar a un descansillo, y desde allí contemplar el amplio cielo estrellado. Uno de estos pobladores intentó escalar, y lo logró, pero el resto recibió un potente chorro de agua helada. Cuando el intrépido escalador descendió los demás pobladores le propinaron tal paliza que apenas se pudo mover. Los regenciales cambiaron a uno de los pobladores, y el nuevo intentó escalar, pero se lo impidieron con una avalancha de golpes; uno tras otro sin la menor compasión.
                 De uno en uno los regenciales fueron sustituyendo a los pobladores por otro, diferente al anterior, y cada vez que un nuevo poblador intentaba llegar al descansillo para de esta manera contemplar el cielo, lo esperaban sus compañeros con los puños cerrados y una lluvia de porrazos. Un dato curioso. Después de la primera ocasión, los regenciales no volvieron a descargar sobre los pobladores el chorro de agua helada.
                 Llegó el momento en que todos los pobladores fueron cambiados, por lo cual ninguno de ellos había recibido el gélido líquido; pero aun así, el que intentase escalar en busca de la luz sabía que al tocar el suelo con los pies le esperaba la mayor paliza de su vida por parte de los propios compañeros de infortunio.
                 Pasó el tiempo, y con él, los interminables años, y aquellos escasos pobladores tuvieron descendientes, y los descendientes de los descendientes nuevos descendientes, hasta extenderse por todos los confines la raza de pobladores. Más allá de los mares y los continentes llegaron los reproducidos pobladores.
                 Y así, de esta manera, y no de otra, dichos pobladores colmaron el planeta, pero cada vez que un poblador alzaba su cabeza al cielo era apaleado. En una ocasión un contemporáneo poblador le preguntó a otro contemporáneo poblador. --¿Por qué si intento mirar al cielo recibo una brutal paliza?-- A lo que cándido, pero firme, el segundo poblador le contestó: ¡Siempre ha sido así, y así será! ¡No lo olvides, es una tradición! ¡Y las tradiciones se respetan por encima de cualquier lógica!
                         



lunes, 2 de junio de 2014

¿PODEMOS?

                                      
                
                 


                 El veinte de Mayo recibí una entrañable, íntima, y fraternal carta dirigida a mi persona. Comenzaba de esta manera la misiva, “Estimado amigo……….”. Estimado amigo, mis pupilas se ampliaron y se iluminaron al escuchar dichas palabras. Nunca antes se habían dirigido a mí una persona con tanto afecto y cariño, tanto, que comencé a alucinar a medida que proseguía con la lectura. “Antes de nada quiero aprovechar esta oportunidad para agradecerte personalmente todos los esfuerzos que estás realizando………..”--¡Este amigo que hasta ahora desconozco quién pueda ser, sin lugar a dudas me debe querer mucho!-- Fue lo primero que pensé y mis ojos ya no leían, más bien devoraban las letras para intentar llegar al final del folio y descubrir la firma del encantador amigo que me quiere casi con devoción, y me agradece el sacrificio que estoy realizando.
. ……….”Por todo ello permíteme que aproveche la oportunidad para pedir tu voto para el próximo 25 de Mayo. Es tanto lo que está en juego que sólo partidos grandes como el Partido Popular, tiene capacidad necesaria para influir en la UE, seguir construyendo la Europa solidaria y próspera que queremos y defender tus intereses. Tu voto servirá y contará en Europa. Muchas gracias……….”
                 Y firmaba. Mariano Rajoy, presidente del Partido Popular. Se le olvidó señalar, y también, presidente del Reino de España. El señor Mariano Rajoy se ha dirigido personalmente a este insignificante ser que en realidad no es nadie, se ha acordado de mí, y lo que valgo, como nunca antes persona alguna me tuvo en cuenta. Cuando descubrí dicha firma lloré, a moco tendido lloré por varios minutos, y lloré sin complejos, porque el señor presidente de mi país, el presidente de todos los españoles, se acordó de un “parado” como yo, y esto me dignifica, esto me hace sentir que soy un ser humano y no una mierda como hasta ahora muchos me consideraban y hasta yo mismo lo pensaba. --¡Soy importante, tan importante que el señor presidente me ha escrito una carta, y no me pasó lo mismo que el coronel de García Márquez que nadie se acordó de él porque no tenía quien le escribiese! ¡Soy feliz, indudablemente un hombre feliz que cuentan con él ante un hecho significativo como son unas elecciones!-- Primero lo pensé, pero más tarde con la potencia de cada una de mis cuerdas vocales lance mi grito al viento para que todos lo escuchasen. Este hombre es muy grande, demasiado grande para malgastar su tiempo en un simple y vulgar ciudadano como yo que el único pecado que ha cometido es no encontrar trabajo por mucho que lo ha intentado; pero en fin, ahora, aunque no tenga trabajo, aunque la hipoteca me esté comiendo en vida, aunque las facturas del agua, de la luz, del gas, del alcantarillado, de la basura, del auto bus de mi hija, del seguro del coche y el de la casa, del numerito, de la ITV, de la leña que debemos comprar para calentarnos en invierno, del IRPF, del IVA, de la Contribución, de los productos alimentarios y de limpieza, de la gasolina, de las medicinas, de esto, de lo otro, de lo del más allá, y lo del más acá, ¡COÑO! ¡COJONES! ¡VE VOY A VOLVER LOCO! Pero no, calma, calma que tú sí que puedes, y ahora más, porque el señor presidente del Reino de España se ha dirigido personalmente a este humilde ciudadano.
                 De tal modo fue mi gozo que tomé la carta y salí corriendo a casa de mi vecino para enseñársela, para decirle que no tenía razón cuando decía que los políticos son todos unos…….., bueno, la oportunidad de cada hombre llega, y sí, hay justicia en este mundo cruel. Mi vecino me dio una palmadita en el hombro, me dijo que me sentase, y se perdió por el pasillo de su casa en dirección a la cocina. En unos minutos apareció con dos vasos de vinos y un papel doblado en su boca. --¡Toma, léela, el señor presidente también me ha escrito a mí, y a Juana, a Pedro, a Carmen, a Dolores, a María, a Asunción, a Berta, a….., es decir, para no cansarte, sino a todos, a la mayoría de habitantes de este país, tú no has sido el único tonto, y ahora bébete el vino, que es lo que podemos hacer!-- Mira, se me cayeron las alas del corazón en un instante. No era importante para el señor presidente, no, no lo era, lo que deseaba era mi voto, y mi vecino tenía toda la razón. --¡En todo el año, en los trecientos sesenta y cinco días, con bisiesto y todo, no son capaces de investigar si nuestro estómago y el de nuestros hijos está satisfecho a no, si comemos, ¡no!, ¡no y no!, y sabes por qué, porque no les importamos una mierda a ninguno de esos encorbatados! ¿Ves lógico que nada más lo hagan cuando hay elecciones generales? ¡Y un cuerno! ¡Estoy cansado de tanta falsedad, y por esto, por esta carta de mierda que se burla en mi propia cara, no voy a votar el domingo!-- Respiró profundamente, se llevó a la boca el vaso, y se lo bebió de un solo golpe, hasta la última gota. --¡Este es el consuelo que tengo, y es cuando único me siento libre, ninguno de ellos pueden interferir en mi vida, y, ¿sabes por qué?, porque en el vino he encontrado la paz, la libertad, y la ilusión que me han quitado todos ellos, los unos y los otros! ¡Bebe vecino, bebe, para que en tu cabeza gobierne nada más quien tú desees!--Tomé el vaso, y como un experto catador, el sanguíneo líquido penetró por mi garganta hasta el final. --¿Lo ves? ¡Naturalmente que podemos! ¡Claro, si queremos!-- Al cabo de dos horas, salí de casa de mi vecino como agua para chocolate, relajado y feliz. Ya no me importaba el señor presidente, las elecciones, el paro, la situación mundial, la crisis, los bancos, no, ahora era un hombre libre, ebrio, pero libre, a gusto, que llevaba en su mano una intencionada carta. --¡Querido…….. y estimado a…..migo señor presidente, no sé si…….. esta misiva le llegará antes del domingo, pero es igual, yo se la envío con el mismo respeto que usted ha hecho con……..migo, es decir, con mi persona, un amable saludo……de este anónimo ciudadano…………que espera algo más que……., una simple carta!-- Plegué el papel, lo doble en múltiples partes, hasta conformar un artefacto volador lo más parecido a un cohete. --¡Vuela, vuela…….vuela, vuela…….!-- Y lo lancé con todas las fuerzas de mi brazo.
                 ¡Dios mío, por un segundo pensé que estaba alucinando, pero no, era la realidad, la pura realidad que golpeo por sorpresa mi cara! ¡Un mar de aviones de papel surcó en todas direcciones el lánguido cielo azul! ¡A mi lado, como el primero, estaba mi vecino, y junto a él, Juana, Pedro, Carmen, Lucia, María, Tomás, Alberto, Claudio, Rosa, Miguel, pero también, Caridad, Consuelo,……….y Esperanza, todos ellos lanzaron al viento su tragicómica misiva!