miércoles, 31 de diciembre de 2014

“MANCHILANDIA DE NUNCA JAMÁS”

                      

                 Este 28 de diciembre me senté frente al televisor, con la intención de pasar un buen rato, o al menos de que el tiempo transitase sin percatarme de ello, y, válgame Dios que lo logré, con creces; lo logré sustancialmente con creces. Tomé el mando y comencé mi periplo por las cadenas nacionales, de todas, pero una, solamente una me atrapó poderosamente y permanecí hasta la finalización de uno de los programas emitidos por dicha cadena. “Las Noticias de las 8 de la Tarde” o algo parecido, de la cadena autonómica de Castilla la Mancha. ¡Alabado sea Dios, me dejó boquiabierto, pensativo, y estupefacto! Como dice uno de los eslóganes de la cadena: “Castilla la Mancha engancha”……., qué, pero qué, sabiduría y “originalidad” encierran estas poderosas palabras. ¡Naturalmente que me enganché! ¡Me enganché tanto que entré en otra dimensión, un espacio atemporal, repleto de fantasías del medioevo que me hizo poderosamente reflexionar sobre la época en la que me hallaba! --¿Estaré soñando?-- Fue lo primero que me vino a la mente, pero al momento me di cuenta que no, porque un inmenso camión de juguete se desplomó de golpe sobre mi regazo mientras que un pequeñajo con voz firme pero muy personal me expresaba; ¿chugamos……., chugamos papá…….? Era mi hijo y, comprendí que no estaba soñando, me encontraba frente a la tele, hipnotizado por este noticiario que me ha hecho poderosamente recapacitar sobre la interpretación del presente, el irresoluto significado de las ocultas intenciones, y de la propia palabra.
                 El ladino manejo de la palabra. Una palabra vale por sí misma, pero acompañada por imágenes, se hace tendenciosa, manipuladora, efervescente mensaje para “intentar” orientar el pensamiento colectivo; aunque no siempre se logra tal propósito. Hay que ser un virtuoso de las artes visuales para conseguirlo en un corto espacio de tiempo. Porque el tiempo, no es amigo de las prisas.
                 Como su nombre indica --Las Noticias de las 8 de la Tarde-- es un periplo por la geografía manchega, sus vivencias, y, como es de suponer, su presente realidad, pero contada de una manera personal, yo diría……., con un toque de imaginación pura y dura, al modo de los grandes positivistas de todos los tiempos, empíricas noticias descritas por una presentadora, o, para ser justo, más bien por una experimentada “cuentacuentos” que nos traslada con su eterna sonrisa de oreja a oreja al fascinante poblado de Macondo. La promovida voz de la presentadora, su amplificada expresión facial y, su imperecedero optimismo, inyectan un flujo de contradictorias sensaciones en el espectador, o al menos es la sensación que percibí durante la emisión del noticiario. ¡En estas tierras todo es felicidad, jolgorios, fiestas……., no hay de qué preocuparse, las dificultades están solventadas, forman parte de un pasado lejano! ¡Se inauguran dependencias sanitarias, centros para la tercera edad, y también, purificadoras! Con toda seguridad para purificar cuerpos y almas. De este modo sus habitantes no se descarriaran por tortuosos y populistas caminos.
                 ¡En fin, vivir en esta comunidad es una garantía para perpetuar la inocencia, porque al crecer seguiremos siendo Piterpanes, Quijotes, o relevantes ilusionistas de palabras y de hechos! ¡Es decir, regidores, sencillamente un habilidoso gobernador o gobernadora de la sin par “Manchilandia del Nunca Jamás”!
                 Gracias a esta cadena autonómica hoy puedo afirmar rotundamente que soy un gran soñador. Un hombre nuevo, hecho y derecho con ganas de seguir frente al televisor consumiendo esas versátiles narraciones que para nada nos deja indiferentes. ¡La vida misma! Me siento libre, despejado, repleto de cánticos de pueblos, de arraigadas tradiciones que nos mantienen fieles al pasado, a ese pasado que tanto se añora porque no seríamos nada sin él. Un pasado necesario para continuar siendo los mismos, los de antes, los de siempre; porque eso de ser “modernos” no va con esta comunidad fiel a su folklor. Pero también de valientes e intrépidos cazadores que marchan por estas tierras con la escopeta en ristre, ¡sí, con la escopeta nacional!; esa que nos ha hecho únicos, autóctonos, en definitiva, grandes patriotas de la patria que son imprescindibles para apaciguar posibles temporales.
                 Ahora soy, y, lo grito a los cuatro vientos, un eterno imaginador de ostentosas --o su sin igual sinónimo, “fachendosas”-- realidades que me mantienen en ese espacio que hasta la iglesia católica ha eliminado de su diario. ¡Gracias a ti, televisión de Castilla la Mancha, puedo afirmar con orgullo y beneplácito, que vivo en el limbo!








jueves, 27 de noviembre de 2014

LOS PILARES DE LA TIERRA: “Los EMI”

                           
                 Los EMI. ¿Qué son los EMI? Los EMI son los pilares de la tierra, de esta tierra, y no lo podemos negar porque representan el real y absoluto presente. Para nada me estoy refiriendo al sello musical. ¡Si fuese música, “otro gallo cantaría”; pero no, hablo de prepotencia, arcaísmo, y fanatismo lo que encierra esta sigla, EMI!
                 Si les dijese que la castrense letra E representa al Ejército, la azulina M a la Monarquía, y la dogmática I, ya se lo estarán imaginando vosotros, a la tangible Iglesia. Un trio más afinado y perecedero que los acreditados “Panchos” a lo largo de su historia como trio musical. Estos, los EMI, son los verdaderos pilares de la tierra, lo demás son cantos de sirena, que solamente se escuchan, pero que jamás se ven.
                 Estos EMI se hallan acoplados a la sociedad como una enraizada enfermedad que no desea escuchar hablar de tratamientos. Y absolutamente son pocos los países que no tienen dentro de su gobierno una de estas siglas incorporadas. No importa el continente, la idiosincrasia, los colores políticos, o el régimen gobernante, los EMI, hacen de las suyas porque sí, como una preponderante alianza.
                 No podemos hablar de una sociedad moderna con la letra “M” presente, no podemos implorar paz o mostrar piedad con la letra “E” incorporada como belicoso cuerpo en nuestro sistema, y no podemos ser libres de actos y pensamientos si dentro de nuestras consciencias hay una imperante “I” que no nos deja liberarnos de morales ataduras.
                 Las armas, no son buenas, en ningún momento o modalidad, aunque la mayoría de los estados llamados progresistas o democráticos se justifican afirmando que los ejércitos cumplen una función social y pacificadora, o en todo caso aseveran que son necesarios para proteger nuestras fronteras. ¿Pero si todos los países dejasen a un lado las acciones militares y sus integrantes, de civiles, “repartiesen pan y amor”? ¿Qué podría pasar? ¡Que el negocio armamentístico se vendría a pique! ¡Y eso no lo pueden permitir los gobiernos que se alimentan mutuamente de la letra “E”! No nos merecemos la guerra porque de una manera u otra es injusta, y a lo largo de la historia las acciones bélicas han conducido únicamente a un exterminio masivo de razas, a pactos sangrientos por posesiones territoriales, o a negociaciones económicas solamente en beneficio de pocos y para lamento de muchos. Si se desea un ejército, como se intenta justificar en muchos países con fines de paz, pues háganlo, pero sin armas ni uniformes, y con la bandera de la paz como estandarte.  Estamos cansados de los arcaicos reglamentos, las enchapadas condecoraciones, los monótonos himnos, las reiteradas marchas, los grados no alcohólicos, las exuberantes pistolas, las variopintas insignias, y las herrumbrosas trompetas tocando a degüello. ¡Peace and love es lo que deseamos!
                 …….. “Ahora verán que llega la “M”, con sus dos patitas siempre dispuestas a chupar”………….
                 La real letra “M”. La de sangre azul. La poseedora de tierras y títulos que ha ido incorporando a través de los siglos, de los siglos de los siglos y,…….amen. ¿Es compatible la modernidad con monarquía? ¿Es posible democracia con realeza? ¿Es posible un estado soberano con soberanas majestades? ¡No! ¡Pero como es tan pintoresco, tan parlamentario, tan “chic” o tan “light” dentro de la sociedad, que su sola presencia nos apacigua las tripas y nos consuela el corazón! El linaje, la estirpe, los nobles dones cumplen una única función, perpetuar la especie, pero la suya, para que generación tras generación sus descendientes continúen poseyendo el “trono”. Y poco más me queda por decir en relación a la majestuosa letra “M” que en estos tiempos debería estar en los libros de historia y en los suplementos dominicales.
                 Y ahora, ante todos vosotros, la inigualable, la irrefutable, la no pecaminosa letra “I”, la que en estos días está causando furor en la actualidad española. La letra que con sangre entra, la que se mantiene impoluta y enclaustrada, la “I”, la letra “I” de Iglesia, la que no deseo ni quiero comerme una “letra” porque moriría de indigestión y rabia.
                 ¿Es compatible el celibato con los tocamientos y las masturbaciones? ¿Es honesta, devota, y angelical esta institución? ¿Es posible que en nombre de Dios padre, hijo, o espíritu santo, se cojan los genitales de un joven o niño para darle la extremaunción? ¡No! ¡No! ¡Y nuevamente no! La poca fe que me quedaba respecto a este “negocio” la he perdido repentinamente, o como dice mi hijo, se la comió la luna, y jamás regresará a mi cuerpo. Pero lo triste, lo doloroso, lo maléfico, y lo aborrecible, es que estos sucesos sucedieron hace muchos años, pero que muchos, y hasta ahora, hasta hace tan sólo unos días, cuando el Papa puso coto en el asunto, fue que emergieron a la superficie; si esto no hubiese sucedido, se mantendría oculto como los inagotables casos de corrupción que en estos instantes asolan al país y que están saliendo a la luz porque las cañerías del estado están atiborradas de mierdas.
                 Y estos son algunos, pero estoy seguro, y me juego la respiración y la razón, que hay muchos más, infinitos, decadentes casos en cada “casa del señor”, porque el negocio de la fe es demasiado extenso y sus tentáculos tocan innumerables “palos”. Una cosa es la fe, y otra la jerarquía eclesiástica, que se toma atribuciones de cualquier índole porque sí, porque el creador lo dice y porque las cosas se hacen bajo la supervisión de lo añejo, de lo enclaustrado, y lo dogmático. ¡No señores de sotana fácil, Dios, si existiese, reside en cada uno de nosotros, y las Iglesias no son más que antros recaudatorios para esclavizar los pensamientos y condenar las almas, pero condenarlas a un analfabetismo perenne!
                 ¡Por esta razón, y por muchas más que no deseo ahora exponer porque no estoy “confesado”, desde este instante, juro, y perjuro, que mis pies, mis descalzos pies no volverán a tocar suelo espermático-clerical, porque para rezar, si se tratase de rezar, para ello poseo mi casa, que es mi paz, para creer mi cuerpo, que es mi templo, y para purificarme, la tierra, que no anda con intrigas e ilusorias tradiciones porque el tiempo apremia cuando se trata de alimentar millones de hambrientas y desnutridas bocas!

                 ¡Y por tanto, soy, lo confieso, un detractor de estos pilares de la tierra: “Los EMI! 

lunes, 27 de octubre de 2014

EL INGENIOSO HIDALGO DON NIXOLÁS DE LA “MANCHA”

                      
                 

                 En un lugar manchado, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de fotos en el Facebook, licenciosas maneras, coches de alta gama y magnánimos contactos. Una olla de algo más vaca que carnero, copas las más noches, “duelos y quebrantos” los sábados, delicadezas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de calidad, calzas de marca para las fiestas, con sus zapatos de lo mismo, y los días de entresemana se honraba con sus atuendos de lo más fino. Tenía en su casa una ama que no pasaba de los cuarenta, y una doncella que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que asín conducía su auto como atendía la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo apenas la veintena; es de complexión apacible, sano de carnes, lucido de rostro, gran trasnochador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Nixolito, o Nexito, que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben; aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaban Nixolás, o “El pequeño Nixolás”. Pero esto importa poco a nuestro cuento: basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad.
                 Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año), se daba a las relaciones públicas entre otras cosas con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto la realidad, y aún la administración de su propia vida; y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió su alma al diablo para ser parte de la élite nacional, y asín, llevó a su casa a todos cuantos pudo haber dellos; y de todos, ningunos le pareció tan bien como la famosa FAES (Fundación para el Análisis y los asuntos Sociales); porque la claridad de sus intenciones y aquellas entricadas razones suyas le parecían de perlas, y más cuando llegaba a escuchar a su líder y sus requiebros y cartas de desafíos, donde en muchas partes hallaba escrito: <<La razón de la sinrazón que a mí razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura.>> Y también cuando leía: <<…….los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas os fortifican, y os hacen merecedor del merecimiento que merece la vuestra grandeza>>
                 Con estas razones perdía el pobre caballero el juicio, y desvelábase por entenderlas y desentrañarles el sentido, que no se lo sacara ni las entendiera el mesmo Aristóteles, si resucitara para sólo ello.
                 En resolución, él se enfrascó tanto con esta asociación “sin ánimo de lucro”, que se pasaba las noches de aquí para allá “contactando”: cenaba, se entrevistaba, conferenciaba, dialogaba, y los días de turbio en turbio; y asín, del poco dormir y del mucho largar se le secó el cerebro de manera, que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que escuchaba en las conferencias y en la vida política que merodeaba, asín de encantamentos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentándose de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que escuchaba, que para él no había otra historia más cierta en el mundo. Decía él que “tal” político había sido muy bueno, pero que no tenía que ver en nada con el presidente “más cual” de Ardiente Espada, que de solo un revés había partido por medio el país. Decía mucho bien del empresario……, fulano de tal, porque, con ser de aquella “generación” gigantea, que todos son soberbios y descomedidos, él solo era afable y bien criado. Pero sobre todos, estaba bien con J.M.A., y más cuando le veía salir de su castillo y robar cuantos topaba, y cuando en allende robó aquel ídolo nacional que era todo de oro, según dice su historia.
                 En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, asín para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse caballero “andante”, e irse por todo el mundo con sus fotos, sus coches, y sus escoltas, a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había escuchado que los “pequeños andantes” se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrase eterno nombre y fama. Imaginábase el pobre ya coronado por el valor de su lengua e imagen, por lo menos, del imperio de Trapicheo; y asín, con estos tan agradables pensamientos, llevado del extraño gusto que en ellos sentía, se dio prisa a poner en efecto lo que deseaba. Y lo primero que hizo fue contactar con personas que habían sido amigos de sus bisabuelos, luengos siglos estaban olvidados en una agenda.
                 Puesto nombre, y tan a su gusto, a su carrera, quiso ponérsele a sí mismo, y en este pensamiento duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar Pequeño Nixolás; de donde, como queda dicho, tomaron ocasión los autores desta tan verdadera historia que, sin duda, se debía de llamar Nixolás, y no Nicolacito, como otros quisieron decir. Pero acordándose que el valeroso Mariano, no sólo se había contentado con llamarse Mariano a secas, sino que añadió el nombre de su reino y patria, por hacerla famosa, y se llamó Mariano el del País de Maravillas, asín quiso, como buen imitador, añadir al suyo el nombre de la suya y llamarse El Pequeño Nixolás de la Mancha, con que a su parecer, declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre della.
                 Limpias, pues, sus armas, hecho del morrión celada, puesto nombre a su creación y confirmándose a sí mismo, se dio a entender que no le faltaba otra cosa que sino buscar empresarios de quien enamorarse de sus oros: porque el caballero “andante” sin cuartos es árbol sin hojas y sin frutos y cuerpo sin alma. Decíase él: <<Si yo, por malos de mis pecados, o por mi buena suerte, me encuentro por ahí con algún chollo, como de ordinario les acontece a los caballeros “andantes”, y le vacío la bolsa de un encuentro, o le prometo contactar con un alto político o de una especie parecida, o, finalmente, le engaño y timo afirmando que con uno de mis dedos llego a tocar el “monárquico” cielo, no miento, porque asín digo la verdad, soy pequeño, pero matón, y como caballero que no se pierde una andanza, tengo demasiados contactos y no pocas influencias que me sacaran del apuro si fuese necesario, o, como mucho, mantendrán sus bocas cerradas para que no entren moscas, y asín, cuidar sus acomodados traseros, o le parto por mitad del cuerpo, o, finalmente le venzo y le rindo con mi “face”, ¿no será bien tener a quien enviarle presentado, y que entre y se hinque de rodillas ante mi dulce protector, y diga con voz humilde y rendida: “Yo, señor, soy un sencillo bienhechor de la clase trabajadora, a quien venció en singular palabrería el alabado caballero, “andante”, El Pequeño Nixolás de la “Mancha”, el cual me mandó que me presentase ante vuestra merced, para que la vuestra grandeza disponga de mí a su talante?>> ¡Oh, cómo se holgó nuestro buen caballero cuando hubo hecho este discurso, y más cuando halló a quien sumar a su dilatada lista.
                 Y con esto, caballeros “andantes”, cumplirán con vuestra cristiana profesión, aconsejando bien a quien bien os quiere, y yo quedaré satisfecho y ufano de haber sido el primero que gozó el fruto de sus palabras enteramente, como deseaba, pues no ha sido otro mi deseo de poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de cada uno de los caballeros “andantes” que pululan por estas manchadas tierras del país de todas las maravillas, que por las de mi verdadero Nixolás van ya tropezando, y han de caer del todo, sin duda alguna. Vale.
                                                                                  Don  Miguel de Cervantes Saavedra.       

miércoles, 8 de octubre de 2014

“ÉBOLA”

                                             
                 ¡Éramos pocos y parió la mona! Ahora el ébola. Esto es un sinvivir. Una maldición medieval se ha cebado sobre el país y al parecer no tiene fin. ¿Qué puede ser esta cadena de incongruencias y desencuentros? ¿Es que no se sabe? Naturalmente que sí. Son los últimos coletazos del pasado, de un pasado que debió de ser “pasado” hace mucho tiempo, pero no ha sido así, los empecinados pensamientos de un expandido sector se han empeñado en mantenerse invariables como la misma constitución, que según la mayoría es sagrada e inamovible. Y estamos recogiendo los frutos de esos desaciertos. El mundo gira, no deja de girar, y en su excursión dialéctica, evoluciona, se transforma.
                 No hay por dónde “agarrar” el presente, se desliza de las manos como pez en el agua, y la población, la mayoría de los habitantes, están hartos, descontentos, malhumorados, pero sobre todo, desorientados, descarriados como un longevo esquizofrénico que suplica de rodillas que por favor le suministren el medicamento para continuar en pie. Y lo peor de todo es que se lo dan, le dan una píldora farmacológicamente inerte, una sustancia placebo, para continuar con el ensayo clínico y así mantenernos embobados.
                 El gobierno pide calma, que la situación se encuentra bajo control: ¡Gracias a la “profesionalidad” de los tal y tal y requete tal expertos de cada uno de los sectores implicados en estos y los demás asuntos que vienen, y no a cuento, y que la patria, el deber, la responsabilidad, el honor, el carnet de militante y demás argumentos y papeles mojados lo requieran, se mantendrán alertas, y no descansaran, hasta resolver el problema, porque están trabajando en ello día y noche, y………..., bla, bla, bla!
                 ¡Realmente es agotador seguir una intervención de “ellos”, porque repiten lo mismo una y otra vez hasta el agotamiento! No importa el tema o la gravedad del asunto a tratar, porque la solución es siempre la misma. Al final las dificultades las resuelve la propia naturaleza con un giro inesperado porque nadie tiene visión de futuro en esta espiral que solamente conduce a una pobreza mayor. ¡Ojo! O lo que es lo mismo, a una pobreza total. Porque cuando la pobreza pasa del sistema digestivo al sistema circulatorio, será irrevocable, nos habremos convertido en pobres de espíritu, y el mal, se implantará difuminándose por nuestro cuerpo irremediablemente.  
                 Eso proclama el gobierno en pleno. “Ellos”, expresan lo que la población quiere escuchar. ¡Está controlado!, repiten. Y el pueblo se lo traga o no. ¡Estamos investigando para esclarecer los hechos y poner punto y final a la tragedia!, concluyen. Y la población se resigna porque tienen la  imaginación mutilada, la “pobreza” en la piel, las vísceras, y en los huesos.
                 ¡Basta ya de falsedades y amputaciones verbales con toda la intención del mundo para que sigamos como mendigos en las puertas de los comercios e instituciones! ¿Hasta cuando seguirán con la blasfemia y los panfletarios discursos? Creo que ya no son fidedignos, ¡no!, y no porque no sean “visualmente creíbles”, no, es que la paciencia ha llegado al límite de cada una de las mentes de los desorientados desprotegidos. Ya está bien de continuar vendiéndose como los supremos y los más honorables del universo porque son menos que nada, son simplemente un puñado de inconfesados culpables que ahora, actualmente, le han visto las barbas al diablo y les ha entrado una crónica diarrea. ¡Sus estómagos, descompuestos, no saben en qué retrete cagar!

                 Posdata: Espero que la “parábola”, valga, para el común de los mortales que pretendan en un futuro inmediato subirse al carro de la gobernación.
                    
                
  

         
                         
                
     


 


jueves, 2 de octubre de 2014

“LA PESTE IBÉRICA”

                                         

                 ¿Es un virus, una epidemia, una moda? ¡No! ¡Es algo más que una inmoralidad! La península Ibérica, concretamente España, está siendo atacada por una dolencia sumamente grave que amenaza con descomponer la paz existente para sumarse en un caos de identidad, humanidades, y moralidad. De una forma sumamente dañina, la “corrupción”, se a enraizado en el sistema, tanto, que en la actualidad no veo paliativo lo suficientemente potente para deshacernos de una vez y por todas de ella.
                 No hay día, hora, minuto, que no salte, como la liebre, un caso de corrupción (para evitar querellas, “posibles casos”), y lo más triste, vergonzoso, es que en cada una de ellas están involucrados los partidos, los organismos oficiales, las instituciones, los bancos, las asociaciones, esta parte me gusta mucho, “asociaciones sin ánimo de lucro”, las cajas, las corporaciones, etcétera, etcétera, etcétera; creo que hasta ahora, los únicos que se salvan de esta maloliente plaga son las guarderías infantiles. ¡Para qué afirmar que es una vergüenza, si a los involucrados, a los corruptos, no les importa, porque carecen de circulación sanguínea del cuello hacia arriba, sus caras son impasibles y descoloridas como la de los muertos! Nadie dimite, nadie es responsable, nadie pide perdón, nadie paga por toda esta inmoralidad. ¿Y saben por qué? Porque la justicia marcha a paso de elecciones, y cada jurisconsulto responde a los intereses corporativos a los que representa. Hasta ahora todos son “presuntos”, imputados o no, pero “presuntos” hasta que se demuestre lo contrario. Si los casos de corrupción, que se mantienen en proceso de estancamiento, por un motivo u otro, en el juzgado, se equiparasen en años de vida, una generación entera de españoles dejarían de existir sin ver siquiera un resolución en firme.  
                 Hoy despertamos con la noticia de la “tarjeta fantasma” de Caja Madrid, ahora Bankia, de la cual más de ochenta y tantos chupasangre, parásitos de cuello y corbata, engendros de una seudo-sociedad, se han beneficiado de la misma. Lucrado de una entidad que es reflotada con dinero público, “público”, y no púbico, que es lo que piensan ellos, porque se pasan la crisis por el forro aterciopelado de sus cojones.
                 Un grupo de estos personajillos, porque jamás serán otra cosa que “illos”, el mismo día del atroz atentado de Madrid, el 11 de marzo del 2004, andaban pululando por Miami para reventar dichas tarjetas. En todos estos años se han gastado 15,2 millones de euros en gastos personales como: viajes, ropas, hoteles, comidas, regalos, taxis, tabacos, bebidas, y seguramente alguna que otra meretriz, para consolidar y reafirmar su Star-system. ¡Son los hombres de esta sociedad! ¿Quién puede dudar que la cantidad sea mayor?
                 Y lo más sangrante, lo inadmisible, es que este grupo de asesores o consejeros (son muy buenos aconsejándose ellos mismos) lo constituía la élite de los partidos políticos del país, ¿la élite?, y también los sindicatos. ¡Sindicatos, que se entiende que están en estos sitios para velar por la integridad de los más desprotegidos! ¡Maldito dinero que hace dudar hasta el más pinto de la paloma!
                 ¿Qué está pasando? ¿Será en realidad una toxina malvada que hace extender las manos para tomar lo que no es de uno y así beneficiarse descaradamente aun sabiendo que el dinero es de todos? ¿No será que estos “politólogos” en lo más recóndito de sus entidades les han dado por pensar que están actuando correctamente porque algún dios se lo ha demandado? ¡Pérfido mal que no deja en paz a los hombres de bien!
                 Es una situación tan, pero tan desesperante, que la poca paciencia se ha trasmutado en una aberración congénita, y la mayoría, (menos los asesores, consejeros, etcétera, etcétera, etcétera) hemos caído en una larga y agonizante enfermedad llamada penuria.
                 Los catalanes quieren salir a la calle el 9 de noviembre para intentar votar. Está mal, no es constitucional, o, ¿está bien?, los ciudadanos tienen derecho a decidir, al sufragio; pero a estas alturas eso ya no es lo que importa. ¿Por qué se ha llegado hasta este extremo? Un contexto demasiado delicado el que se avecina, pero sumamente delicado para la situación reinante en el país. ¡Una bomba de relojería! ¡Y nadie hace nada, ni una parte ni la otra, no hay un intermediario, una cabeza pensante. Cada parte continua en su obstinada posición, como dos toros que se enfrentan cuerno a cuerno sin medir las consecuencias de sus fuerzas! ¿Y saben por qué? ¡Porque no hay un líder, un guía, un Quijote que se enfrente a los molinos de viento y ponga punto final a esta situación! ¡Y al final, la culpa, el mal, recaerá en el eslabón más débil, en el pueblo!
                 Esto no es política, más bien es un politiqueo turbio y andrógino que concluye, culmina, con la única representación de sus intereses partidistas. El país no ha sido gobernado por un gobierno, sino por estos partidos, que desde hace muchos años, han “partido”, los corazones y los riñones de cada uno de los españoles que intentan mantenerse con algo de dignidad. Es una lástima, porque lo último que se debe perder es la fe, pero el que esté libre de pecado que lance una piedra.
                     
                 Por estas razones, como dice una canción: …….se acabó el querer, nadie quiere a nadie…….. Y es lo que está pasando. ¿En quién podemos confiar y para qué? A estas alturas es sencillamente una cuestión de supervivencia. Si los que te representan no sacan la cara por ti, ¿quién lo hará?, pues solamente tú, y nadie más que tú. No nos queda nada más que una opción, y no debemos desaprovecharla o equivocarnos en la misma.
                 ¡Tenemos que votar a nuestro favor, con inteligencia, dejando el pasado a un lado, los recuerdos, y centrándonos en la variedad, en una transformación que nos lleve por caminos no trillados, en que los discursos panfletarios y, las consumidas promesas, no sean más que una falacia de tiempos pasados. ¡Lo que no fue, nunca, será, y segundas partes nunca son buenas! Puede que nuestra decisión no sea la correcta y tampoco la solución, o tal vez sí, pero al menos tendremos la oportunidad de equivocarnos.
                 ¡Y el que no arriesga, no gana!   

         
                         
                
     


 




                             

               


viernes, 12 de septiembre de 2014

“EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS O CUALQUIER INTENTO ES POCO”

                

                 
                 Es increíblemente penoso y a la vez dramático la figura de los “ordenantes de la sociedad”. Los llamados regidores. Los mandatarios. Los limitadores de imaginerías. Los distribuidores de paralíticas leyes. Los de “porque sí” y los de “no llega a ser viable”. En fin, los machacones rectores de todos los tiempos, y amen. Ellos llegan, se posesionan, y toman medidas, urgentes o no, pero las toman con su consciencia despejada e inalterable. Entonces, con un gesto flemático pero inescrutable, se quedan mirando al infinito desde su amplia ventana de su apacible despacho. Y es cuando llega el monto de que da igual casi todo, y que salga el sol por donde salga.
                 No son necesarios los nombres, porque esta es una actitud ancestral que nada tiene que ver con la humanidad, es una reacción en cadena que está arraigada desde los confines de la civilización. ¡Hasta los tuétanos! Y no puede ser de otra manera porque su presencia perdería cualquier tipo de sentido. Pero aún más peligrosos son los intermediarios, los que se hayan por debajo, los ocultos, y los sub-dirigentes. Una retahíla de cargos para “esto” y “aquello” que cumplen una función más ornamental que funcional. Son los llamados “vices” o segundones y restantes apologías. Damos un paso y nos encontramos con el vicepresidente de la Asociación no Gubernamental y sin Ánimo de Lucro de los Oriundos de Guapuntis, o los Representantes de las Cofradías de aquellos Países no Uníos. ¡Da igual! Lo importante es tener un cargo, un nombramiento, para poder estrujar el cuerpo o la conciencia de sus semejantes con una actitud preponderante porque “yo”, soy el………de todos los santos.
                 Por estas razones hasta el momento no poseo cargos, me hallo en una tesitura que podríamos catalogar como “irregular”, soy de esos pocos humanoides que aún no han abandonado el ilegal sub-mundo del “limbo”. No pertenezco a asociación alguna, a organismos, instituciones, cofradías, partidos (ni de fútbol), sectas, bandas, grupos (armados o desarmados). Cuerpos, de élite o no. Ni siquiera puedo dar fe del mío porque está a punto de caducar, aunque me gustaría tener una confrontación cuerpo a cuerpo con el “cuerpo del delito”. Firmas, clubes, gremios, hermandades, alianzas, federaciones, coaliciones (aunque no sean de choque), y demás inventos ilustres para que nos podamos sentir en un momento del día que somos capaces de llegar a ser útil en “algo” y dar un par de órdenes al viento.
                 Yo soy así, de estas maneras y formas, un genuino estúpido, pero independiente, de cabo a rabo.         

        
                        
                

      

martes, 2 de septiembre de 2014

“URGENTE Y AMBULANTE VISITA”

                                     


                
                 Mi hijo de dos años de nacido está con fiebre. Contando el día de hoy lleva más de semana y media con fiebre, de fiebre interrumpida. Le suministramos los medicamentos y le provocan el efecto deseado, y alrededor de tres o cuatro horas la maldita fiebre remite hasta darle una tregua; pero la mayoría de las veces no desaparece del todo y se mantiene pegada al cuerpo de mi pequeño día y noche con sus madrugadas y amaneceres. Aunque el proceso febril en realidad comenzó hace más de dos semanas.
                 Los primeros dos días dicha fiebre iba y venía las veces que a ella le daba su real o santo deseo, y la mantuvimos controlada con paracetamol, no era la primera vez, hasta que por algún motivo desconocido por nosotros se instauró en él. En este instante aparecieron los vómitos, y las descomposiciones de estómago. Mi hijo hablaba y vomitaba, hacía pis y un mar de heces brotaba sin control de su interior hasta quedar agotado y sin aliento. Entonces pensamos que había llegado el momento de visitar la consulta médica. No lo hicimos en los primeros instantes porque dicha fiebre se mantuvo sobre los treinta y siete y medio y los treinta y ocho grados centígrados, y los demás malestares no habían hecho acto de presencia; pero también por otro motivo real y concreto. Llevar a un hijo, o a cualquier persona a una consulta médica sin estar “mal” (del todo o no) es casi como perder el tiempo. ¡No se puede ir al médico por un simple resfriado, puede ser que otras personas, “malas” de verdad, en ese instante necesiten los servicios médicos y nosotros con nuestra irresponsabilidad estemos ocupando las instalaciones o el preciado tiempo del facultativo! Esta es la consigna del momento. Así que hemos aprendido a mordernos la lengua y esperar hasta que el niño se ponga “malo” de verdad.
                 Cuando los vómitos y las diarreas se hicieron constantes, decidimos que era el momento y la hora de acudir al “ambulatorio” (centro médico) y así los hicimos. ¡Ir al ambulatorio no es más que deambular por inciertos espacios! Pero antes debíamos pedir una cita. Tuvimos suerte, porque para el día siguiente la doctora de cabecera lo podía atender. ¡Es un simple virus! Nos dijo. ¡Es un proceso viral que a los siete días desaparece, todos están iguales, todos! Contestó la médica con amabilidad. Un peligro si nos paseamos por el pueblo, pensé, podemos ser regurgitados y gaseados de manera licuosa cuando menos no lo esperemos. En cualquier esquina se puede ocultar la marea humana de fluidos variopintos y entonces seríamos coloreados de la cabeza a los pies con estos virus por los virales pobladores.
                 Ejemplo claro. Un ingenuo forastero llega al pueblo.
__ ¡Buenos días señora, me puede decir dónde están los juzgados! – preguntó el desconocido a la anciana.
                 Y esta afectuosamente le contestó con pelos y señales la señora.
__ ¡Sí como…………no, usted continúe por…..! --y en ese instante se escuchó un silbido agudo y prolongado que se escapó sin más remedio de debajo de las faldas de la señora-- ¡Perdón, es que tengo un virus y hace……..! --y a continuación, y sin ningún miramiento, el forastero fue bautizado en el centro de la plaza.
                 De la buena señora un tsunami de vomito brotó con virulencia al exterior, bañando al pobre hombre desde la coronilla hasta la punta de sus zapatos.
__ ¡¡Señora mire como me ha puesto!! --exclamó el incauto visitante.
__ ¡Y se va a poner peor cuando llegue el resto de mis amigas……., somos de la asociación……………, y que quede claro, sin ánimo de lucro…….., mejor me guardo el nombre de la asociación……, y hemos quedado para………….!
                  Pero esta vez el visitante dio un salto a su izquierda y pudo evitar la concentración de virus que afloró del cuerpo de la buena señora.
__ ¡Le aconsejo que se marche del pueblo porque todos atravesamos un proceso……….! ¡Venga a visitarnos cuando…….., pasada una semana………, y gracias por su visita…….!
                 Y como una auténtica verbena, con sus tracas y petardos, se escuchó y se olfateó por los alrededores y rincones, el llamado, no de la selva, sino de los estómagos y de las bocas de cada uno de los habitantes del lugar. ¡El rugir de los virus!

                 La doctora le recetó paracetamol, lo mismo que le estábamos dando cuando asomó la primera fiebre, cada seis u ocho horas, dieta blanda, y lo auscultó. Si el niño continuaba con los vómitos y las diarreas después de cuarenta y ocho horas, que lo llevásemos nuevamente al ambulatorio. Y con una sonrisa extensa nos despidió.
                 Pasó la semana y el niño continuaba con fiebre. A las cuarenta y ocho horas los vómitos y las diarreas desaparecieron, pero la fiebre tomó vuelo y alcanzó los cuarenta grados. La mañana del domingo sobrepasó dichos cuarenta grados y lo llevamos nuevamente al ambulatorio, pero al servicio de urgencia porque hasta el lunes no hay consulta con la doctora.
                 Cuando llegamos el ambulatorio estaba cerrado porque el médico y la enfermera salieron a un llamado de urgencias. En realidad, por suerte, no tuvimos que esperar mucho, pero es igual, las puertas estaban cerradas en el instante de solicitar los servicios médicos de urgencia. ¿Si en ese momento la persona que está esperando tiene un cuadro médico de mayor gravedad  comparado a la persona que fueron a visitar? ¿Qué podría pasar? ¿Qué se hace en estos casos? ¿No lo saben? ¡Yo sí! ¡Esperar, no hay otra!
                 En el aparcamiento del ambulatorio, en la zona del personal, había un flamante coche (auto) que no me era del todo ajeno porque con anterioridad había visto subirse y bajarse de él a su propietario, dicho médico. El mismo médico que dos años antes no llegó a “atender” a mi hijo cuando fuimos de urgencias con uno de sus testículos más grande que una naranja. Por suerte ese día estaba otro médico, y lo reconoció, un médico, llamado por casualidad igual que mi hijo, un hombre entregado a su profesión. Aquella vez el llamado “médico” del flamante coche, y de las flamantes posturas nos dijo que lo que presentaba nuestro hijo era una “tumoración” posiblemente grave, y que deberíamos llevarlo al hospital con urgencias porque no pintaba bien. ¿Es que no estábamos en urgencias? ¿Es que mi cabeza de tanto pensar se ha quedado obtusa? ¿O es que este “profesional” lo único que desea es que corran las horas para subirse en su flamante coche y gastar de una vez y por todas su tiempo en otras labores más afines a su carácter y condición social? ¡No lo sé, pero me gustaría saber! Dicho “galeno” no fue capaz de ponerle ni siquiera una de sus adormecidas manos en el abdomen a nuestro hijo para tener al menos una vaga opinión de la situación que se desarrollaba ante sus ojos, o lo que fue peor, no fue capaz de cerrar su desafinada boca. ¡No! ¡No lo hizo! Y desde ese día, su rostro, sus modales, andares, y su flamante coche, no se me borran de mi obtusa cabeza. Por estás insignificantes razones el domingo pasado cuando lo vi llegar con la enfermera me dije que nada más perderíamos el tiempo en el ambulatorio, y que deambularíamos de un lado a otro. Y por cierto, este profesional de la medicina se equivocó en el diagnóstico de hace dos años. Mi hijo fue operado de dos hernias inguinales, y no de tumoraciones. Gracias a la profesionalidad de otros médicos.
                 Llegó. Entró. Y se posesionó en su mesa. Secamente preguntó el motivo de nuestra visita. Nuestro hijo tiene fiebre muy alta. Le dijimos. Y sus dedos como hormigas bajo el sol de verano comenzaron a deslizarse por el teclado del ordenador. Él no hablaba. No era necesario. Primeramente debía escribir. Mucho. No sé qué, pero mucho. Tal parecía que estaba escribiendo el Capital, La Odisea, y el antiguo y nuevo Testamento de la biblia al mismo tiempo. ¡Qué hombre para escribir! Estas sagradas escrituras son para, si es necesario, demostrar que él hizo lo necesario, que el paciente fue atendido correctamente. ¡Lo que soporta el papel no lo soporta nada!
__ ¿Nada más? –interrumpió su afanosa labor y nos preguntó sin mirarnos a la cara. Portaba un semblante de aburrimiento total.
__ ¡No, el niño tuvo vómito, diarrea, y la fiebre es de treinta y nueve ahora………….!
__ ¡Treinta y nueve no es fiebre! --afirmó con sabiduría redomada el apoltronado doctor.
__ ¿Treinta y nueve no es fiebre? --preguntamos nosotros.
__ ¡No! ¡A partir de cuarenta! --y selló sus labios no vaya ser que entrasen virulentas moscas que su sistema inmunológico no pueda soportar.
                 ¿Cómo que 39 grados centígrados no es fiebre, si el mismo termómetro marca una línea roja a partir de los 37? ¡El mundo patas arribas! Intentamos expresar nuestra inquietud y darle una explicación..........., pero fue igual. Él no escuchaba. ¡Debemos esperar que nuestro hijo tenga más de cuarenta de fiebre para llevarlo ante su majestad el flamanteportentosomediocreprofecional médico! Y nuevamente sus dedos galoparon sin control por el teclado. En estos instantes sentí un rubor. Una reverberación que comenzaba a subirme por las piernas y amenazaba con llegar a mi obtusa cabeza. ¡En estos instantes la fiebre me invadió! Seguramente si me tomasen la temperatura sería mayor que la de mi hijo. ¡Estaba a punto de explotar como una olla a presión!
                  Mi esposa y yo le contamos hasta el último detalle del día a día de nuestro hijo para ver si se conmovía y tomaba cartas en el asunto, pero no, este hombre está fabricado de titanio, del malo, pero titanio al fin y al cabo.
__ ¡Es un cuadro viral y necesita……….!
                 Pero su charla médica no nos impresionó. Yo no podía soportar que nos repitiesen las mismas palabras una y otra vez sin decir nada en concreto. Cuando no se sabe lo que “es”, siempre será un virus, y desaparece después de las dos semanas porque dicho “virus es viral y no bacteriano. ¿Cómo recórcholis puede saber él sin mirar ni siquiera al niño que es un virus y que no es bacteriano? ¡Mentira, no es capaz de saberlo! Pero como un programado robot repitió lo aprendido para salir del paso. Y ahora tengo que soportar que me digan que desaparecerá después de las dos semanas. El niño lleva las dos semanas y sigue igual. Nada.
                  Se produjo un intento de discusión por mi parte y el profesional se cerró en banda. Con cada pregunta mía o afirmación, me daba la razón como a un loco. Yo era el ser inferior, y él, el todo poderoso ente salvador de vidas humanas. Puede que lo haya sido, en su juventud, o con otros pacientes, pero con mi hijo no, en dos ocasiones se ha comportado mal, y eso que su salario, al ser un funcionario público, lo pagamos entre todos los contribuyentes.
__ ¡Nada más verlos de lejos me dije que estos vienen por antibióticos! –nos dijo con una superioridad intachable atrincherado en su escritorio.
__ ¿Qué es lo que dice?
                  Nuestra sorpresa fue tal que nos dejó sin aliento. ¿Venimos por antibióticos? ¿Necesitamos antibióticos? ¡Naturalmente que sí! ¡Somos drogodependientes de los antibióticos! ¡Y este mal ejemplo se lo estamos trasmitiendo a nuestro hijo, haciéndolo un consumidor nato de antibióticos en esto febril! ¿Este hombre está en sus sanos cabales o tiene retención urinaria congénita? ¿O es que su pródigo cerebro desde hace algún tiempo se encuentra en paraísos lejanos?
                 Nuestra irritación fue tal que se levantó del asiento a la vez que nos dijo que pusiésemos al niño sobre la camilla. ¡¡ALELUYA!! Lo hemos conmovido con nuestra insistencia. Tomó un depresor lingual (o bajalenguas) y se lo introdujo en la garganta al pequeño. Una arcada del pequeño. Y ya está.
__ ¡Tiene la garganta roja!
                  Aleluya nuevamente. Esto ya lo sabíamos. Es una faringitis posiblemente aguda. Y sus posaderas corrieron nuevamente para ocupar el asiento de detrás de la mesa no vaya ser que se lo quitásemos.
__ ¡Si ustedes quieren antibióticos nada más deben pedírselo a su médico!

                  ¡¡¡¡Y dale nuevamente con el dichoso antibiótico!!!!

__ ¡Sí, sí, queremos antibióticos, si nadie hace nada pues que los antibióticos hagan lo suyo aunque sea viral!

                Y ahora fui yo el que se cerró en banda. Resoplé, y mantuve la mirada fija en el semi-profecional que tenía delante. Miré con insistencia y alevosía al amable, cordial, y entrañable "dios" de la sanidad pública. Él por su parte continuó desplazando sus carnosos dedos por el teclado como si nosotros no existiésemos. Sus manos, su anatomía, su conjunto en general, es un amasijo de indiferencia enraizada. Este hombre vive, claro que vive, no hay nada más que verlo. Vive para cualquier otra cosa, pero no para la medicina. Y es una lástima que existiendo buenos profesionales, esta estructura ósea ocupe el sitio que no le corresponde.
                 Se me olvidaba. Este médico. Este profesional. Cuando llegó de la calle. De una urgencia. De dicha urgencia. ¡Qué no sabemos cuál contagiosa puede resultar o no, y sin lavarse las manos atendió a otro paciente, en este caso a mi hijo! ¡¡Coño, qué profesionales tenemos, para estar orgulloso de ellos!! ¡¡Arriba la profesionalidad!!
                 En fin, nos recetó amoxicilina cada ocho horas y nada más, porque el tiempo lo cura todo, menos la irresponsabilidad, la falta de criterio, y las profesiones no amadas. Salimos de la consulta peor que cuando entramos, pero con una cosa bien clara, por nada de este y del otro mundo pondremos nuevamente en las manos de este hombre a nuestro hijo. En realidad lo que se dice manos, manos, no lo hemos puesto, porque realmente el bajalenguas fue lo único que tocó la garganta del pequeño. La prepotencia y el orgullo de este profesional son mayores que su flamante y alargado coche.
                  La fiebre continuó. Y al día siguiente fuimos al hospital. Entonces todo cambió. La atención, la entrega, el amor de los “profesionales”; de todos, sanitarios, enfermeras, celadores, y médicos en su conjunto fue exquisita. Le hicieron una analítica completa y en un par de horas se descartó muchas enfermedades, contagiosas y peligrosas. La historia que les contamos a estos médicos les valió para hacer un primer diagnóstico. Le mandaron un nuevo tratamiento que marcha viento en popa. Y aunque debemos esperar hasta el final de la semana para conocer el resultado de los restantes análisis, el niño está mucho mejor. La fiebre no es constante y no alcanza picos altos. Estoy seguro que el final será feliz.
                 Solamente deseo que las cosas no continúen como hasta entonces. Que la mediocridad, el virus más letal de la actualidad, desaparezca en pocas semanas sin dejar rastro. ¡No vaya ser que en vez de ser un proceso viral, tengamos una mediocridad bacteriana, porque entonces, ni el flamante médico con su flamante coche podrán remediarlo!                 
                      

         



                   
                
                
                                                            

miércoles, 27 de agosto de 2014

HOY TENGO POCO QUE DECIR

                         



                 Dejaré unas pocas palabras, al azar, para que el viento las eleve a una prudencial altura y lleguen al necesitado, al temerario, o al glotón de vocales y consonantes. ¡Estas son dichas palabras!
__ ¡¡Esto es una rotunda mierda!!
                 Fue el primer pensamiento que me vino a la cabeza y lo lancé al exterior en forma de palabras poco articuladas y secundado por mis cuerdas vocales cuando recibí la maldita carta que me llegó de arriba, de lo alto, sí, de lo más alto que se pueda imaginar, del cielo intrincado y profundo, de ese cielo que “dicen” que es de todos y que iremos a parar un día de estos nos guste o no; pero no, no, literalmente, ¡no es así!, y con estas palabras: ¡Usted no reúne las condiciones exigidas para ser admitido en el seno del señor!, fue denegada mi solicitud en el cielo.
--¡Maldición, qué es eso de que no reúno las condiciones para ser admitido en el cielo! ¡¡MIERDA!!
                Es lo que yo llamo abuzo de poder. ¿Por qué no puedo tener acceso como una criatura más a las alturas, a las infinitas indulgencias del cielo y su poder? ¿Acaso no soy digno como los demás de este privilegio celestial? Pues no, ¡no lo soy!, de esta manera contestaron, no soy una persona grata para la corte santoral, aunque mi petición fue hecha de antemano y por propia voluntad. La hice antes que me llegase la hora de palmarla, hace bien poco, en la flor de mi madurez espiritual y carnal. Creo que unos de los puntos candentes fue cuando me referí a mi “madurez carnal”. ¡Qué miedo se le tiene a la carne en el cielo, ni que fuesen cien por ciento vegetarianos! Estoy seguro que en algún momento de sus santas vidas habrán ingerido algún asadito o pinchito de al menos carne enlatada. ¡Ellos no son bobos para no hacerlo!
                 Me contestaron textualmente que soy un sátiro, pervertido, loco, apátrida, libre pensador, y defensor a ultranza de las “tetas”, y que con mi pensamiento y comportamiento provocaría un caos en las nubes por ir a todas horas de aquí para allá persiguiendo antiquísimas protuberancias mamarias. Y entonces caí: ¡Usted no reúne las condiciones exigidas para ser admitido en el seno del señor! En el seno del señor. ¿Piensan acaso que por ser amante de las “tetas” iré directamente a cobijarme al seno del señor? ¡Qué el propio Dios no me ampare si lo hago!
                 Mi relación con las “tetas” es pasional, intrínsecamente cósmica, sin llegar a esas “alturas” celestiales que da la sensación que todos van piripi, ¡sí!, esnifados desde que se levantan hasta que se acuestan. ¡Yo amo la esencia, el conjunto, el significado pectoral de un contorno, sin importarme reminiscencias, estructuras, o establecidos parámetros! ¡Amo a la teta por sí misma, sin pertenecer a nadie en concreto, a la sublime e indeleble teta que un día se rebeló contra el tiempo y los establecidos moldes! A esa teta que no deja de mirarme de soslayo y me provoca con sus afiladas intenciones; y no me importa que sea pequeña o nula, grande o desproporcionada, firme de convicciones o elástica de pensamiento, parametral, oblicua, neutra, anglosajona o asiática, persistente, ducha, escueta, efímera, hasta infiltrada, es decir, una señora o señorita teta que no deja de observar los tiempos gramaticales con amables ojos. ¡Todas, todas las “sí” y las “no” tetas unidas del universo!
                 No recuerdo muy bien lo que les estaba contando, pero creo que el cielo no está hecho para mí.

__ ¡Se me olvidaba, que el señor no se preocupe por su “seno”, que las tetas terrenales para mi gusto son el mismo paraíso!    
                


domingo, 17 de agosto de 2014

"DICCIONARIO DE LA REAL LUENGA TORCIDA"










RECORTES: Expresión ambigua pero no exenta de imposiciones. Es una 
“re” afirmación de un “corte”, o de muchos más; lo mismo en
diagonal que transversal, haciéndose estos tajos en la
conciencia humana hasta producir pérdidas monetarias.




PENIAL: Referente al penialismo, al penio impuesto a base de estacazos
corporales por instituciones adyacentes y gubernamentales.
Ejemp: Ley Penial. ¡Persona que no cumple con sus obligaciones
Patrias, le es impuesto una “penialitud” en toda regla, para que
no se olvide que el que hace la ley, hace la penialidad!



A-GUASÓN: Monstruo redondo de una sola extremidad que se camufla
entre los llamados “e-moticonos” para producir estertores
irracionales de entregas masivas de emosiones. ¡¡Te mando
un “a-guasón” porque te lo mereses, porque eres guay, porque
tú sí que vales!!



MESTRUALIDAD: Barbarie fluidal que produce cierta desazón en las
glándulas obtagonecias que se ubican en el
bajo pelo-ponesio.

domingo, 10 de agosto de 2014

SIGLO XX

                                                

                 ¡Me duelen las entrañas nada más mencionarlo, y hasta hace bien poco no tuve conciencia de ello, me hallaba directamente dormido entre símiles y engañosas metáforas! ¡El “siglo XX”, el siglo en el que he nacido, es demasiado pesado para tan sólo cien años, y no de soledad, más bien de aglutinada maldad y genocidios de cualquiera de las partes involucradas! ¿Se han puesto a pensar, pero pensar sin limitaciones ni términos hasta dónde llegó la humana soberbia de aquellos seres “pensantes”? ¿No? ¡Pues creo que deberían hacerlo, porque soy de los que creen que el comportamiento humano en el siglo actual depende directamente de los hechos y sucesos acaecidos en dicho siglo que nos dejó una brutal herencia que será imposible de borrar!
                 Una aglomeración de personalidades dispares invadió estos años para dejarnos un sabor amargo en la boca y unos deseos irrefrenables de montarnos en la máquina del tiempo y tomar a cada uno de ellos por el cuello hasta dejarlos sin respiración, aunque actuemos vilmente como ellos. Fue la época de las guerras, de la primera, de la segunda, y de la guerra helada, porque creo que fue más que fría. Fue el siglo de grandes “cambios sociales”, de la pasarela de los omnipotentes dictadores, lo mismo de izquierdas que de derechas; el siglo de grandes inventos como la aberrante bomba atómica, de los estadistas, de los que piensan que yo soy mejor que tú porque tu raza no vale una mierda, de los que creyeron en doctrinas inventadas con ramalazos utópicos, de las crucifixiones carnales y espirituales, del espionaje, de los hombres que entregaron sus vidas para salvaguardar los intereses patrios, ¿qué intereses, los de sus gobernantes que rebosaban por cada poro una ambición desenfrenada y una arrogancia más que humana? El siglo, el maldito siglo del exterminio humano a todo lo largo y ancho del mismo.
                 ¿Cuántas vidas cercenadas? ¿Cuántos hombres, mujeres, niños, ancianos, en realidad, cuanta vida lanzada al foso de la historia? ¿Cuántas, y para qué? ¡Sí, porque el “porqué”, no tiene explicación en estos tiempos, y menos las disculpas en forma de homenajes póstumos y de condecoraciones con medallas de hojalata barata! ¡No, no, y no! ¡No hay perdón ni de los dioses del olimpo!
                 Si mencionase cada uno de los aborrecibles hechos dispersos por toda la geografía mundial, creo que pocos estados se salvarían, pero muy pocos. Gobiernos dictatoriales con fuerza suficiente para matar porque yo lo estipulo así. Hombres poderosos que con un único gesto exterminaron  miles, y hasta millones de personas, y sin ningún resentimiento, porque por encima de las vidas se halla la patria. ¡Patria, poderosa palabra que al menor síntoma de cambio del viento es enarbolada con todas sus consecuencias, sin piedad y con todo su peso, porque mira que pesa la maligna palabra “patria”, tanto, que sobre mi pecho siento un ahogo constante que no me deja respirar en Libertad! ¡Así es la patria, egoísta, como lo credos que no permiten el menor de los desatinos! Y con todas estas blasfemias los cien años golpearon sin escrúpulos en nuestros abuelos, y en nosotros mismos si nacimos en la segunda mitad del mismo. Un golpe seco y aplastante que muchos no soportaron, y ahora, no están para contarlo como yo. ¡Es una lástima! ¡Cuánta creatividad, energía, luz, fuerza, cuánta vida machacada!
                 No pretendo nada con estas palabras, posiblemente desahogarme de las imágenes que he visto últimamente en los periódicos y en la televisión referente a la masacre humana del siglo XX. Hoy me he sentado frente al ordenador como un día más y la hoja de Word no era blanca, era púrpura, y  entonces comprendí que no podía escribir sobre el amor, sobre sexo que tanto me apasiona, sobre historias inventadas que por casualidad llegan a mi memoria, ¡no!, ¡no lo podía hacer!, y me dejé llevar, hasta que las mismas emociones detengan mis manos.
                 Le doy vueltas a la cabeza pensando qué se puede hacer para que el “pasado” no se quede en eso, en un sencillo termino que termina olvidándose o recordándose simplemente cuando llega una efemérides, y para que el presente no continúe los pasos de antaño; pero no doy con la fórmula, y aunque no lo parezca, esta piedra que llevo sobre el pecho me condiciona demasiado y la mayoría de las veces pierdo las perspectivas. En fin, ahora no sé si llorar o morderme la lengua de rabia para no dejar que aflore esta angustia que me provoca taquicardia hirviéndome la sangre. Es que no es de justicia, y por lo tanto no es justo lo sucedido a estos indefensos seres que por el humilde hecho de respirar, un día le fue negado el aire, fueron plantados frente a un pelotón de fusilamiento, los quemaron vivos, fueron torturados con saña, y todo lo que la  limitada imaginación no puede pretender. Es igual el término empleado, es decir, fueron EXTERMINADOS de la faz de la tierra por voluntad divina de los poderosos y mal llamados hombres de gobiernos.