Le dolía tanto el
cuerpo que pensó renunciar a él. Siempre creyó que era una carga demasiado
pesada para llevarla tantos años sin ningún motivo. Bebió el brebaje y dejó que
los ojos se perdieran en la oscuridad. Al despertar era otro, se sintió libre,
y como tal, partió desnudo. ¡Sin equipajes ni ataduras!
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