Hace algunos días escuché en
la radio lo que significa la marca España. Para los poderes establecidos
consiste en mantener el tipo para que los turistas lleguen en bandadas y gasten
sin mirar a otro lado que no sea las tapas y el vino. El “alto comisionado del
gobierno para la marca España” es un hombre sabio en criterios adoctrinados y
conservadores. Es un título pomposo que confirma una vez más lo perdido que
están los poderes institucionales.
¡No es posible fundar una “marca”
con el simple hecho de imponer criterios y plantear que todo es bueno y
perfecto! Las marcas se instauran con los años, la constancia, la tolerancia, y
un estado “moderno”. Ser moderno es comenzar por hacer concesiones en la vida
interna de cada país. Renunciar al pensamiento esquemático y abrir las
fronteras al mundo. Las imposiciones tienen un solo camino el descalabro del
producto a vender.
España no necesita venderse
porque hay elementos suficientes para tenerla como referente en muchas
actividades económicas o culturales. ¡La
única “marca” que ofende al país es la “marca de sus políticos”! ¡La falta de
apertura! ¡Los recortes! ¡Las injusticias respecto al centralismo gubernamental!
¡El poder de los partidos! ¡En España el presidente que llega al gobierno
representa sus intereses partidarios y no a la totalidad del pueblo! ¡La mejor
marca para España es despolitizar la sociedad!