¡Éramos pocos y parió la mona!
Ahora el ébola. Esto es un sinvivir. Una maldición medieval se ha cebado sobre
el país y al parecer no tiene fin. ¿Qué puede ser esta cadena de incongruencias
y desencuentros? ¿Es que no se sabe? Naturalmente que sí. Son los últimos coletazos
del pasado, de un pasado que debió de ser “pasado” hace mucho tiempo, pero no
ha sido así, los empecinados pensamientos de un expandido sector se han
empeñado en mantenerse invariables como la misma constitución, que según la
mayoría es sagrada e inamovible. Y estamos recogiendo los frutos de esos
desaciertos. El mundo gira, no deja de girar, y en su excursión dialéctica,
evoluciona, se transforma.
No hay por dónde “agarrar” el
presente, se desliza de las manos como pez en el agua, y la población, la
mayoría de los habitantes, están hartos, descontentos, malhumorados, pero sobre
todo, desorientados, descarriados como un longevo esquizofrénico que suplica de
rodillas que por favor le suministren el medicamento para continuar en pie. Y
lo peor de todo es que se lo dan, le dan una píldora farmacológicamente inerte,
una sustancia placebo, para continuar con el ensayo clínico y así mantenernos
embobados.
El gobierno pide calma, que la
situación se encuentra bajo control: ¡Gracias a la “profesionalidad” de los tal
y tal y requete tal expertos de cada uno de los sectores implicados en estos y
los demás asuntos que vienen, y no a cuento, y que la patria, el deber, la responsabilidad,
el honor, el carnet de militante y demás argumentos y papeles mojados lo
requieran, se mantendrán alertas, y no descansaran, hasta resolver el problema,
porque están trabajando en ello día y noche, y………..., bla, bla, bla!
¡Realmente es agotador seguir
una intervención de “ellos”, porque repiten lo mismo una y otra vez hasta el
agotamiento! No importa el tema o la gravedad del asunto a tratar, porque la
solución es siempre la misma. Al final las dificultades las resuelve la propia
naturaleza con un giro inesperado porque nadie tiene visión de futuro en esta espiral
que solamente conduce a una pobreza mayor. ¡Ojo! O lo que es lo mismo, a una
pobreza total. Porque cuando la pobreza pasa del sistema digestivo al sistema
circulatorio, será irrevocable, nos habremos convertido en pobres de espíritu,
y el mal, se implantará difuminándose por nuestro cuerpo irremediablemente.
Eso proclama el gobierno en
pleno. “Ellos”, expresan lo que la población quiere escuchar. ¡Está controlado!,
repiten. Y el pueblo se lo traga o no. ¡Estamos investigando para esclarecer los
hechos y poner punto y final a la tragedia!, concluyen. Y la población se
resigna porque tienen la imaginación mutilada,
la “pobreza” en la piel, las vísceras, y en los huesos.
¡Basta ya de falsedades y amputaciones
verbales con toda la intención del mundo para que sigamos como mendigos en las
puertas de los comercios e instituciones! ¿Hasta cuando seguirán con la
blasfemia y los panfletarios discursos? Creo que ya no son fidedignos, ¡no!, y
no porque no sean “visualmente creíbles”, no, es que la paciencia ha llegado al
límite de cada una de las mentes de los desorientados desprotegidos. Ya está
bien de continuar vendiéndose como los supremos y los más honorables del
universo porque son menos que nada, son simplemente un puñado de inconfesados
culpables que ahora, actualmente, le han visto las barbas al diablo y les ha
entrado una crónica diarrea. ¡Sus estómagos, descompuestos, no saben en qué
retrete cagar!
Posdata: Espero que la “parábola”,
valga, para el común de los mortales que pretendan en un futuro inmediato
subirse al carro de la gobernación.