PALABRAS DE PI QUITO DE ORO
“Ser culto para ser libre”.
Una frase significativa de un poeta llamado José Martí, significativa por lo
reivindicativa de la misma, que pone de manifiesto que la cultura es un
instrumento domesticador de masas, en uno u en otro sentido. Ser ilustrado o lo
que es lo mismo, poseer una respetado conocimiento nos hace sabedor de cierta
verdad, pero estar exento de la misma es un arma poderosa que nos deja en una posición
vulnerable respecto al sistema. La falta de instrucción, es el centro de los mayores
problemas en los países de cualquiera de los continentes conocidos. No importa
que sea Latinoamérica, Europa, o Asia, siempre que exista un régimen en los
mismos, habrá detrás un manipulador de conocimiento para conducir a las masas
por el mejor camino para su conveniencia.
En un sistema democrático,
populista, dictatorial (con más razón), monárquico, segregacionista laico o
altamente dominado por cualquier doctrina, el poder llevará a cabo su cruzada
para mantener a esta inmensa mayoría bajo su control y así continuar con su hegemonía.
¡He vivido en cada uno de estos sistemas, y es lo mismo! La llamada democracia
es una a falacia en la mayoría de los países que se la acreditan, utilizándola estentóreamente
para afirmar con la boca llena, “Aquí hay una democracia del pueblo y para el
pueblo”, pero no, no es de la manera que la pintan, las masas, aunque sean
europeas, son masas con falta de cultura, porque el sistema está estructurado
para mantener un aparente equilibrio dentro de la sociedad en su propio bien;
aunque hay algunos ejemplos dentro de Europa que se acercan bastante a la
referida democracia, pero es simplemente en algunos aspectos relacionados con
la convivencia y el llamado status social.
Con los sistemas dictatoriales
pasa un tanto de lo mismo, gobiernos llamados populistas, que yo los llamaría “la
dictadura de la igualdad”, porque no son otra cosa que omnipotentes gobernantes
que con sus discursos prometedores, prometen y prometen, lo prometen todo, para
que la extensa masa los alabe; lo único que no prometen es la manera racional
en el pensar, el saber cuestionar un pensamiento o una idea. Cada una de las
clases sociales dentro de estos sistemas son inducidas y abducidas por caminos
trillados en beneficios de los intereses de estos gobiernos o partidos. La
clase alta también es manejada por estas regencias o por su propio poder, su
única diferencia es que al conservan el dominio económico, se sienten parte del
propio sistema, y como es lo que más les importa, les da lo mismo pertenecer o
no a este dominio; la mayoría de esta clase no es racional, al menos de manera libre-ilustrada.
¿Entonces que se puede hacer?
¡Varias cosas! ¡Primero pensar, pensar, y volver a pensar para llegar a la conclusión
que esto o aquello, es el mismo perro con diferente collar! Lo complicado llega
cuando la mayoría de la subclase, la indocumentada de conocimientos, no son poseedoras
de lo básico u elemental del discernimiento. En estos países o regiones, poco
se puede hacer que no sea una revolución verdaderamente cultural, no al estilo
asiático de hace algunas décadas que nos dejó un lamentable legado, pero sí
humanamente honesta y cognoscitiva. Con la otra parte del mundo, que esté
dispuesta a pensar, debemos hacerlo, para llegar a la conclusión que la
libertad no es otra cosa que comprensión, cultura, información, sabiduría,
juicio, etcétera, y el país, o la persona que no se valga de estos elementos
para transitar en el día a día, por ende está falta del patrimonio más valedero
que podemos obtener: “Ser cultos para ser libres”