BÁRBARO 2.
¡He tenido un segundo sueño
con Bárbaro! Es curioso pero en este segundo sueño soy yo el que va a su
encuentro. Bárbaro no me escucha. Se mantiene impasible ante mi presencia. Al
parecer otras cosas más significativas le llaman la atención y continúa con sus
quehaceres sin percatarse de mí existencia. ¡No lo reconozco aunque sé que es
Bárbaro, mi amigo por muchas sólidas razones! La cara es la misma aunque
desproporcionada, hinchada portentosamente a cada extremo. El color de su piel
puede que esté algo más, como decirlo sin herir susceptibilidades, más a lo
Michael Jackson, descolorida, como si algún tratamiento infructuoso pasó
dejando huellas indelebles. ¡Es lo que vi en el sueño y nada más, no quiero
provocar cuestionamientos innecesarios porque Bárbaro es mi amigo y así me lo
ha demostrado hace muchos años!
Sus ojos los percibí
empañados, como siempre pero empañados. En los mismos aprecié una profundidad confusa
y anómala al Bárbaro que conocí hace muchos años. ¡Eran ojos falseados! No por
el color, sino por la diversidad de imágenes dañinas que guardaban los mismos.
¡Sí, me pareció que estaba ante otra persona y no el Bárbaro que compartió
conmigo lamentos y júbilos, triunfos y fracasos, verdades y mentiras; en fin al
amigo de madrugadas interminables ante líquidos prodigiosos e inciertos! Pero
aun así sabía que era un sueño y no le podía dar mayor importancia que la justa
y merecida.
La primera visión que tuve de
él en este segundo sueño fue en la playa. En una playa desconocida para mí,
pero por el color de sus aguas y la textura de sus finas arenas tenía la
completa seguridad que estábamos, con poca posibilidad de equivocarme, en una
playa de américa latina. Al centro o quizás más al sur, pero en el propio continente.
Lo relevante del hecho que les estoy narrando es que mi amigo en ningún momento
advirtió mi estampa sobre la playa. Se encontraba con otros amigos y familiares.
Varios. En este sueño el comportamiento de mi amigo también había sufrido diversificaciones.
¡Sí, diversificaciones en referencia a la personalidad y la expresividad del
mismo! Bárbaro se comportaba con respingo pero a la vez con una actitud lisonjera
que me dejó perplejo. En su actuación había algo de señor y de fiel
vasallo. Puedo decir que jugaba peligrosamente en dos bandos antagónicos por
naturaleza. Gesticulaba como un dandi y se inclinaba como un entregado súbdito.
¡Indudablemente este no es el Bárbaro que conocí hace tanto tiempo que no llego
a recordar cuándo fue!
Continuará……………….
Fotos: ara.