Un castillo sin rey |
En un lejano país hace muchos pero muchos años, existió un rey que no tenía castillo. El insigne monarca vivía como los nómadas, como un simple pastor trashumante, sin patria ni hogar. Con su poderoso arco y sus flechas personalizadas, viajaba de un sitio a otro sin sentido, simplemente se dejaba llevar por las manadas de animales que se encontraba en el camino. Era un apasionado de la caza. Lanzaba sus flechas al viento entre el tropel de animales y luego esperaba que la gravedad hiciera lo suyo. Claramente que el monarca no dominaba el concepto gravitacional, pero sabía, que todo lo que se elevaba al cielo, al final caía por su propio peso.
Un buen día el monarca se encontró con un enorme animal bebiendo en un riachuelo. Quedó completamente estupefacto al ver al sorprendente y extraño espécimen. ¡Era la primera vez que sus ojos contemplaban una bestia tan apetecible! El monarca nunca cazó para subsistir, lo hacía para alimentar a su ego. Pensó que este momento era único, y que por nada en el mundo debía meter la pata, o las patas.¡Voy a cazarlo! Lo dijo a la vez que preparaba su arco.
Afinó uno de sus ojos, el más despierto, y apuntó hacía el riachuelo. ¡Plan, plan, plan! En cuestión de segundos el monarca se vio en el suelo, y sobre su pecho, una de las patas del hermoso animal.
Un buen día el monarca se encontró con un enorme animal bebiendo en un riachuelo. Quedó completamente estupefacto al ver al sorprendente y extraño espécimen. ¡Era la primera vez que sus ojos contemplaban una bestia tan apetecible! El monarca nunca cazó para subsistir, lo hacía para alimentar a su ego. Pensó que este momento era único, y que por nada en el mundo debía meter la pata, o las patas.¡Voy a cazarlo! Lo dijo a la vez que preparaba su arco.
Afinó uno de sus ojos, el más despierto, y apuntó hacía el riachuelo. ¡Plan, plan, plan! En cuestión de segundos el monarca se vio en el suelo, y sobre su pecho, una de las patas del hermoso animal.