EN
UN LUGAR DE LA MANCHA de cuya regencia no quiero ni recordar, se han creado disposiciones
civiles de no fácil cumplimiento. Existió una vez una insigne dama de confuso
abolengo que oraba requiebros en cada púlpito que brotaba a su paso. Su poder fue tal que no se detuvo en su empeño
para alterar los días y las cosas. ¡Fueron “dolores de cabeza” de doña “mire
ustedsssss”.