¡La
pregunta sería! ¿Precisamente en estos momentos por qué Cataluña toma mayor
fuerza? Las sesudas cabezas pensantes de la estructura político-social de
España las achacan a un rabioso nacionalismo que se aprovecha de la coyuntura
electoral para fomentar el conflicto. Si lo ven, o lo quieren mirar de esta
forma están completamente errados. ¡Se equivocan de punta a rabo! En un sistema
estancado que está al borde del suicidio los nacionalismos cobran un mayor
significado como único medio de salvación. Adquieren un valor en alza.
Esta estructura socio-política
española sucumbe por su propio peso. Todos estos años de democrática-transición
han creado una brecha entre la ciudadanía y la conocida “clase política”. Esta división
en estos días es aún más visible por la crisis mundial, europea, o de los
dioses del Olimpo. Sin desearlo, los trapos sucios, los de toda la vida han
salido a la luz y ahora será imposible eludir una buena limpieza. La balanza contradictoria que
durante todos estos años se mantuvo inclinándose de un lado hacia otro perdió
su control, nunca más será como antes. Las intrigas gubernamentales, los chanchullos
internos, y los pactos desconocidos entre los dos “grandes partidos” pusieron
el toque final. Ante los ojos de la ciudadanía esta jerarquía acomodada
sentenció su muerte. Desde hace algún tiempo hacia donde mire el pueblo las esperanzas
las vislumbra perdidas. Está “clase de
élite política” está envilecida.
Puede ser que desde Cataluña
las cosas no se hicieran bien, como en cualquier rincón del país; pero desde el
gobierno central (de cualquier color político) la decadencia y la corrupción consiguió
ponerle fecha de caducidad a esta situación insostenible. Los ciudadanos de Cataluña no se
sienten representados desde el gobierno central de Madrid, al igual que las restantes autonomía, que tarde o temprano recurrirán al nacionalismo para
enarbolar sus banderas. Cada comunidad autónoma paseé su idiosincrasia, su
cultura, e inclusive su idioma, y lo único que necesitan es ser
escuchados sin alarde de prepotencia y muestra de poder absoluto por parte del
gobierno. Desde siempre se fomentó las tradiciones (prueba de ello es el
nombramiento de las corridas de toros como patrimonio nacional) por lo mismo se debe respetar las individualidades locales, y una prohibición conduce llanamente a un
control despótico.
En un escrito anterior hice
referencia a Cataluña como el centro de partida para concluir con una etapa, y
pienso que no me he equivocado. ¡La maquinaria pensante de los ciudadanos se ha
puesto en marcha, y ahora será imposible detenerla! Aún se está a tiempo para asumir
los errores e impedir con la cabeza lo que está por llegar. Hay que fomentar el
diálogo por el bien de todos; pero si no se procede a una comprensión de los
hechos reales que están colmando al país, vamos por mal camino y peor resultado.
¡Un hecho sin precedente y descontrolado puede crear un mal mayor!
¿A quién esperan los partidos
que los ciudadanos voten este domingo? Cualquier opción es peor que la
anterior. Me llega el aroma del rencor, los reproches, las dudas, la envidia y
el “quítate tú para ponerme yo”, y creo que estamos cansados. Los seres que
habitan esta heterogénea, compleja, y hermosa tierra están pidiendo a GRITOS
concordia, porque nuestras gargantas van a estallar. ¡España no necesita una “marca”,
España lo que necesita es que la quieran por encima de discursos panfletarios!
La conocida expresión popular “se te ve el plumero” en estos días toma carácter
de frase célebre en tierras mediterráneas.