Bruselas la capital de Europa
ha sido atacada, pasan de la treintena los fallecidos, y sus heridos con diferentes
grados de afección, suman ya las doscientas víctimas y algo más. La élite del
sistema europeo se siente atormentada, violada, y más que nunca, sumándole los
anteriores atentando en los diferentes estados, a día de hoy es una Europa sin
rumbo. Por la redes circula el eslogan Bruselas
somos todos, y por los medios de comunicación de España y de la comunidad
en general, una total repulsa y hermanamiento con Bélgica, el país hermano. El
gobierno de España, el Congreso de los Diputados, los consistorios
provinciales, locales, en fin, la ciudadanía en su totalidad, han expresado su
inconformidad con lo sucedido. Las banderas hondearan a media asta en los
edificios gubernamentales y públicos en los sucesivos días; y un año después,
unos meses después, las consignas abran desaparecido de las redes, de los
periódicos, y de las televisiones. Los familiares continuaran cargando con sus
muertos para toda una eternidad; pero es igual, la foto queda para la
posteridad. En la mañana de ayer escuché por la radio Imagine de John Lennon interpretada en hebreo y en árabe, ¡hermosa!,
pero estas fraternidades no pasan de aquí, y me gustaría que fuese siempre,
porque si Bruselas, Francia, o España
somos todos, lo deberíamos ser a consciencia, cada día del año, cada hora.
Una vida perdida inútilmente
es una aberración y todos debemos estar en contra de ello, ¡pero cualquier
vida!, la de un europeo de primera como la de un condenado refugiado (que
palabra tan contradictoria, refugiado sin
refugio) que no encuentra acomodo en la comunidad que hoy llora por los
atentados de Bruselas. Pero es cosa normal las muertes en el medio-oriente, en
los mares del egeo, y hasta en el estrecho de la Florida, ¡sí!, hablo de los
balseros que intentan llegar a las costas americanas desde Cuba y sus cuerpos terminan
flotando en el mar en espera que el agotamiento o un escualo los arrastre a las
mismísimas profundidades; pero puede que esta historia esté pasada de moda. Es
incoherente la humanidad, lo somos todos. Yo soy solidario mientras no
perturben mi tranquilidad, con pequeñas donaciones no llego a perturbar mi
consciencia.
Está de más la referencia de
que estos hechos son intolerable, brutales, criminales, y fuera de cualquier
lógica, siendo los mismos una demostración cruel e inhumana de la esquizofrenia
y del imperante conflicto mundial. Y al mismo tiempo los referidos sucesos nos dan
una visión sólida de que algo hay que hacer con urgencia, y de que los señores
de los parlamentos y de las democracias reaccionen de una vez, que pongan a sus
asesores a trabajar porque esto no augura un final feliz si se continúa con las
mismas políticas trazadas. Intervenir un país no pasa por ser la solución, el
ataque directo mucho menos, el corte de la financiación a través del petróleo y
demás a la larga acarrea nuevas vías y como un interminable ciclo volveremos al
punto de partida, y la eterna militarización de Europa para protegernos del
próximo ataque lo único que demuestra es nuestra impotencia y falta de recursos
estratégicos y mentales. ¡De esta manera no llegaremos al meollo del problema!
No soy un especialista en esta
materia pero no me siendo cómodo sumándome al clamor general que solamente se
indigna cuando el hecho se ha consumado, observo los acontecimientos algo más
distante de lo que puedan alcanzar mis ojos, y les confieso que este asunto
además de ser terrorífico es extremadamente complicado, pero la solución no
pasa por invertir en seguridad o mantener en alerta a la ciudadanía, hay que ahondar
en el problema, y el mismo evoluciona de manera desigual en cada país afectado.
Soy de la opinión que para entender esta violencia desmedida hay que sobrepasar
los conceptos acuñados y cognitivamente adentrarnos en dichos pensamientos, ir por
delante del propio terror, y para ello no hay nada mejor que asumir que la
emigración en un hecho global y que el mundo no deja de girar por mucho que no
lo queramos advertir. ¿Cuál es la razón o el motivo para que un joven, que hasta
entonces era un inadaptado y un vándalo, decida “radicalizarse” hasta estos
extremos? ¿Un ideal? ¿Mahoma? ¿Un lavado de cerebro? Estos motivos son las vías
para canalizar unas expectativas personales posiblemente nulas, y es cuando las
convicciones religiosas se ponen en funcionamiento y se produce la
explosiva mezcla.
La Yihad es un término manido
y erróneamente manipulado, al igual que la expresión Daesh o Isis (estado
islámico Irak y el levante). Daesh de "Daes", que expresa "el que aplasta algo bajo sus
pies" o el consiguiente Dahes, "el
que mete cizaña", o en su forma plural, "Daw'aish" que
define a una agrupación de intolerantes que imponen su punto de vista sobre los
demás, son interpretaciones de una partícula que se expande como las esporas. Dahes también hace referencia a
un periodo de caos y guerra entre las tribus árabes que tuvo lugar en el siglo
VII, y por consiguiente no han sido resueltos y dudo que por ahora lleguen a un
acuerdo. Esta expresión “acuñada” de Daesh se utiliza despectivamente para
referirse a cualquier fenómeno terrorista, y no es que muchas de sus facciones
no lo sean, pero se está actuando “terroríficamente” en pensamiento, y por ende, nos llevan la delantera. Ésta ha sido siempre una guerra interna, que sagazmente
y afinadamente ha ido expandió sus fronteras hasta mutar en lo que es hoy, un complejo
de intereses exportables, una lucha entre el oriente y el occidente, entre el
islam y la cúpula del catolicismo, entre lo arcaico y lo nuevo, entre los petro-dólares
y los ambiciosos gobiernos de turno, entre la industria armamentística y la
paloma de la paz. En fin, una disyuntiva que nos afecta a todos, pero con un
mensaje claro, la gran mayoría de ejecutados en estas acciones terroríficas son
simples mortales, inocentes, personas del pueblo que no han elegido el
inesperado final que les ha tocado, el de morir a cuenta de nada y en nombre de algo.