CRÓNICA III.
La primera semana fue de
reconocimiento total en todos los sentidos. Cada uno de los “paletas” se
preguntaba con cierta curiosidad quién
será el otro, o qué hace aquí este personaje en vez de estar en un lugar algo
más distante, pero estas no fueron más que las primeras preguntas, porque con
el rose diario y la confianza, se pretende ir un poco más allá hasta penetrar
todo lo que se pueda en la intimidad del compañero.
__ ¿Quién
eres tú? –preguntó uno de los ocho curiosos.
__ ¿Qué
haces por estos lares? –preguntó el curioso gruñón.
__ ¿Tú eres el
hijo de Juanelo, el que se casó con Juanita, que se partió la pata cuando se
fue a casar con Jumenio? ¿Sí? ¡Ya decía yo que tu cara me sonaba! ¡Ese día el
cura Don Justiniano dejó en el suelo el sirio de la boda y la pobre mujer que
ya por aquellos años veía menos que un sapo trasnochado, tropezó con el velón y
se rompió la crisma! ¡La pobre Juanita, que recuerdo que le llamaban Juanitita
porque todo lo tenía pequeño hasta el………, no, mejor me callo por respeto, tuvo
que asistir a su casorio con la pata escayolada y el valiente de Jumenio
la sacó de la iglesia en brazos para
demostrar su poderío ante su estrenada mujer, ese día Jumenio estaba más del
otro lado que de este, ya me entienden estaba beodo, bolinga, achispao,
bolo, briago, caneco, más chupado que una cuba, culebreado, curda, descompuesto,
pero en todos los sentidos, limosneado, mamado, metido, piripi, rascado, ebrio,
tomado, trompa, zampado, es decir, para hacer honor a su
nombre jumao del todo, y termino, porque tengo la garganta seca y tengo ganas
de darme un trago de………..Dios, aléjame la tentación! –y sin rematar su
locución terminó el curioso entendido de todo lo habido y por haber del lugar.
Pero sobre todo en esta tierra
que doy luz y calor no hay nada más complaciente y placentero que inventarse e
improvisar sobre la vida de los demás cuando no se tiene la suficiente
información, porque la especulación se convierte en virtud, y esta virtud en un
sentimiento demasiado íntimo para abandonarlo cuando uno se mete de lleno
dentro del propio fisgoneo. Cuando un rumor comienza a rodar no hay dios que lo
detenga, aunque dicho dios lo cojan confesado y con la ITV pasada. ¡Si alguien comentó
que tú eres extraterrestre, será casi imposible que te comparen con un terrícola,
pero como dijo mi abuelo, con estos mulos tenemos que arar y deja que las aguas
por sí solas tomen su curso!
__ ¿Tú no
eres de Constantinopla? –preguntó cualquiera de los siete a un uno.
__ ¡No, soy
de Mesopotamia! –contestó un uno.
__ ¡Alguien
dijo que eras de Constantinopla! ¿Seguro no eres de Constantinopla? –insistió el
cinco.
_ ¡No, soy
de Mesopotamia! –afirmó el uno.
__ ¡Mentira
tú me quieres engañar pero estoy seguro que eres de Constantinopla majete! –habló
el cuatro.
__ ¡No, soy
de Mesopotamia, nacido en la Mesopotamia de siempre, la que todos conocen! –repitió
una vez más el uno.
__ ¡Es lo
que dices tú, pero no me engañas, eres de Constantinopla porque tu acento es constantinoplonense
como todos los constantinoplonenses que conozco, no es así bolo, habla como un
constantinoplonensienses de toda la vida mascaflay! –masculló el número tres.
__ ¡No, no,
y no! –repitió el uno, el uno y el uno.
__ ¡Mira,
mira, si el acento es de constancio de cuando los Constantinoplonenses no eran
más que “Cons”, antes de llegar a ser también “Plonenses”, pero si tú lo dices
amigo no vamos a discutir por ello, está bien eres de Mesoponesio como dices, pero………….a
mí no me engañas!
¿Qué manera más inteligente
tienen los humanos para entrar en confianza? ¡Como astro Sol y narrador de
estas crónicas estoy sorprendido con estos profundos diálogos que me llevan a
reconocer que marchan por el camino de un entendimiento mutuo, y si no, tiempo
al tiempo!
Continuará……………
Fotos:
ARA.